¿Más turismo o reducir sus impactos negativos y diversificar?

 Es el momento de hablar sobre cuál debe ser el modelo turístico para los próximos años
Una playa abarrotada en Benidorm. / Tania Castro

CARLOS MARTÍNEZ Y PABLO J. MOROS

El Gobierno se encuentra elaborando la “Estrategia de Turismo Sostenible de España 2030”. Para su realización el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo (Mincotur) puso en marcha un proceso participativo cuya finalidad era consensuar, con los principales agentes del sector, el modelo de crecimiento turístico para los próximos años. Es buen momento para abrir un debate social amplio sobre cuáles deberían ser los contornos de ese modelo.

El turismo es un sector que tiene una gran importancia económica y social en España en términos de PIB (12,6% de la riqueza nacional) y de empleo (12,7% de las ocupaciones). Un empleo caracterizado por la elevada temporalidad y el predominio de contratos a tiempo parcial indeseados (un 24% del total frente a una tasa de parcialidad media en España del 13,5% en 2022, según un estudio de CCOO), si bien esta situación ha experimentado una mejoría como consecuencia de la aplicación de la reforma laboral, lo que ha supuesto un crecimiento del empleo indefinido en el sector un 26,4% durante el pasado año.

Pero también es cada vez más evidente que el turismo tiene importantes impactos negativos territoriales y ambientales, además de que ejerce una creciente presión sobre las condiciones de convivencia y habitabilidad,  contribuyendo al aumento del precio de la vivienda y al coste de la vida en los  entornos urbanos cada vez más tensionados por la masificación de aquel. Es además un sector muy vulnerable a los efectos del cambio climático y a otro tipo de incertidumbres sanitarias y geopolíticas. Cada vez existe un debate social más vivo que reconoce la importancia del turismo, pero que demanda una reorientación del modelo dominante a partir de su diversificación, del aumento de la calidad y de la limitación de sus excesos.

Turismo sostenible y masificación turística son conceptos incompatibles. Es necesario abandonar la idea, tan extendida entre las empresas del sector y entre las administraciones, del paradigma del crecimiento continuo de la oferta turística. Ya existen muchos destinos masificados que cuestionan los  beneficios del turismo ante el peso de sus impactos negativos. Y muchos otros destinos se están acercando ya a esos niveles de saturación. Estamos a tiempo de reconfigurar el modelo y reordenar la oferta turística a través de  actuaciones profundas en el ámbito del transporte y la movilidad, la reducción de la oferta de infraestructuras en las zonas saturadas, y con un conjunto de medidas medioambientales y energéticas en los establecimientos alojativos.

La propia Organización Mundial del Turismo (OMT), a través de la declaración de Glasgow de 2021, reconoce la necesidad de reducir la huella de carbono del sector, proponiendo a sus miembros el compromiso de reducir sus emisiones en un 50% para 2030 y llegar al cero neto en 2050. Recientemente el Consejo Asesor Científico Europeo del Cambio Climático ha recomendado a la Unión Europea una reducción de sus emisiones de entre el 90% y el 95% para 2040 respecto a 1990 si se quiere llegar a la descarbonización del continente para mitad de siglo. Ante esta situación no podemos seguir apostando por el crecimiento de un sector que es claramente dependiente de unos modos de transporte (aéreo, marítimo y automóvil) que tiene en el corto plazo una muy difícil descarbonización, por la dificultad tecnológica de sustituir a los combustibles derivados del petróleo

A pesar de que las “Directrices generales de la Estrategia de Turismo Sostenible de España” aprobadas por el Gobierno en 2019 ya indicaban que “es hora de plantearse si el modelo turístico puede mantenerse en la senda del crecimiento y responder a las necesidades no sólo del sector sino del territorio y de la ciudadanía en los términos actuales”, los documentos preparatorios redactados para dicha Estrategia en 2023 siguen enmarcados en el objetivo central del crecimiento de la oferta turística.

Además resulta llamativo que en el proceso “participativo” para su elaboración sólo se cuente con los agentes económicos del sector (y ni siquiera con todos, puesto que dentro de la rama del transporte solo se ha contado con las compañías aéreas pero no, por ejemplo, con el principal operador ferroviario del país, RENFE) y con los sindicatos como únicos representantes sociales. Las organizaciones ciudadanas, vecinales o ecologistas no han sido incluidas en el proceso, como si no estuvieran concernidas por los efectos del turismo.

CCOO lleva tiempo abordando esta cuestión y planteándose la necesidad de una reorientación del modelo turístico. Hace ahora dos años formuló, junto con las cinco principales organizaciones ecologistas españolas, un conjunto de “Propuestas para una transición justa en el sector turístico” que apuestan por la sostenibilidad futura del propio sector y paralelamente por un nuevo modelo productivo para España, más basado en el desarrollo tecnológico e industrial y en el nuevo paradigma de las actividades dirigidas a la descarbonización de la economía y a la potenciación de servicios públicos.

Este planteamiento lo hemos desarrollado más recientemente realizando un informe, elaborado por la Fundación 1º de Mayo, con el apoyo de la European Climate Fundation (ECF),  que contiene 43 “Propuestas en materia energética para un escenario de transición justa para el sector turístico en Canarias”,  en los ámbitos del ahorro y la eficiencia energética, de las energías renovables, de la movilidad sostenible, de la sostenibilidad en los establecimientos turísticos, y para la diversificación de la economía de las Islas Canarias, una región muy dependiente del  turismo en la que el sector aportó el 22,9% de su PIB y el 27,2% del empleo durante el año 2019.

A lo largo de 2023, la Fundación 1º de Mayo y CCOO están desarrollando un proyecto a nivel estatal sobre “Transición energética y movilidad descarbonizada para un turismo sostenible”, con encuentros de debate con actores empresariales, sociales e institucionales en algunos destinos turísticos significativos como Benidorm, Málaga, Barcelona y León. Uno de los elementos planteados para esa discusión es si, frente al inviable paradigma dominante del crecimiento del sector, habría que plantear una reducción de la oferta turística en zonas saturadas donde se producen importantes impactos territoriales, sociales o ambientales negativos o donde hay una elevada dependencia de la aviación. En estos destinos es preciso no sólo frenar su expansión sino incluso reconvertir instalaciones o infraestructuras existentes.

Las medidas limitantes podrían establecerse al desarrollo urbanístico y a la construcción de nuevos hoteles o alojamientos, a la construcción de nuevas infraestructuras turísticas, como puertos deportivos o pistas de esquí, o a posibles moratorias de pisos turísticos o de establecimientos de restauración  en centros urbanos saturados. Algunas instituciones de destinos como Baleares o Barcelona ya han emprendido algunas acciones en esos sentidos.

En este contexto un aspecto que a juicio de CCOO es clave es el del transporte a los destinos turísticos (59% en avión y 31% en automóvil según la OMT, 2016). Si se prevé que los viajes turísticos por vía aérea aumenten desde el 59% hasta el 61% en 2030, habrá que explicar cómo se pueden reducir para esa fecha las emisiones del transporte en un 39% (objetivo del Plan Nacional de Energía y Clima para los sectores difusos) si tenemos en cuenta que no existen tecnologías viables a corto plazo para lograr la descarbonización del sector aéreo. Una medida para trasvasar turistas europeos del avión al tren, como ya están haciendo otros países, es la puesta en marcha de servicios internacionales de trenes nocturnos, o la limitación de vuelos donde existan conexiones ferroviarias de menos de 4 horas para los turistas nacionales. Pero la política del MINCOTUR no contempla, desgraciadamente, este tipo de medidas.

La propia “Estrategia de Transición Justa” aprobada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico considera al turismo como uno de los grandes sectores económicos que requieren de una transición ecológica, señalando su muy elevada vulnerabilidad al cambio climático, y apuntando que el desarrollo del turismo sostenible supone una oportunidad para mejorar el empleo en el sector a través de un nuevo modelo apoyado en los valores naturales y en la distribución equitativa de los beneficios y las cargas del turismo. 

La “Estrategia de Turismo Sostenible de España 2030” debería incorporar las perspectivas sociales y medioambientales de las instituciones que tiene más en cuenta los factores climáticos y sociales y abrir al conjunto de la sociedad el debate sobre un modelo turístico verdaderamente sostenible y diversificado que mantenga empleo de calidad pero que no afecte negativamente al medio ambiente o a la ciudadanía.

Carlos Martínez Camarero forma parte de la Secretaría Confederal de Salud Laboral y Sostenibilidad Medioambiental de CCOO y Pablo José Moros es técnico de ISTAS-Fundación 1º de Mayo

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