La transición energética del archipiélago de Canarias es una oportunidad para diversificar la economía y construir una sociedad más justa y resiliente
LAURA VILLADIEGO
Canarias tiene aquello con lo que cualquier destino de vacaciones sueña: siempre tiene turistas. El buen clima a lo largo del año y la cercanía a Europa hacen que las llegadas de visitantes sean estables a lo largo del año y que el turismo no sea un sector estacionario como en otros lugares del mundo. Y, sin embargo, ese privilegio no ha llevado a que las condiciones laborales del sector en Canarias sean tan estables como sus visitantes.
“Tenemos continuamente personal con eventualidad, agotando contrato o incluso finiquitando el contrato. Es un sector muy inestable para ser el 30 por ciento del PIB”, explica Borja Suárez Sánchez, secretario general de la Federación de Servicios de CCOO Canarias.
El turismo se había convertido antes de la pandemia en la principal industria de la economía de las islas y en 2019 el sector representó el 22,9% del PIB y el 27,2% del empleo. Su alcance, sin embargo, se calcula de hasta un 33,0% del PIB (15.597 millones de euros) y hasta el 36,5% de los empleos (310.956 puestos de trabajo) si se tiene en cuenta los efectos indirectos sobre otros sectores.
Esa importancia no se ha traducido, sin embargo, en un sector laboral estable. “Lo que define el mercado laboral vinculado al turismo es una alta precariedad laboral. Son contratos muy malos, con muy poca estabilidad”, asegura Carmen Marrero Falcón, secretaria de Sostenibilidad y Salud Laboral de CCOO Canarias. Así, el empleo en el sector se caracteriza por los “bajos salarios pagados en hostelería y restauración, contrataciones a tiempo parcial, cualificación inadecuada o escasa, largas jornadas de trabajo, elevada tasa de rotación, discriminación hacia la mujer que, en líneas generales, se encuentra sobrerrepresentada en las ocupaciones menos cualificadas y peor remuneradas”, según el estudio ‘Propuestas en materia energética en un escenario de transición justa para el sector turístico en Canarias’, recién publicado por la Fundación 1º de Mayo. “El crecimiento del turismo en Canarias se ha basado en aumentar el volumen de visitas, pero la mayor parte del gasto del turista se hace en origen, no en Canarias”, asegura Pablo Moros, técnico de ISTAS-CCOO y autor del informe. “Por ello, el sector no ha dinamizado suficientemente la economía canaria ni ha repartido suficientemente la riqueza”, continúa.
La debilidad de ese modelo se puso a prueba durante la pandemia que paralizó las llegadas de turistas durante casi dos años. “Cuando se paró el mundo, las islas occidentales, La Palma, La Gomera, el Hierro, que son más sostenibles con una economía basada en el sector primario y el turismo sostenible, no sufrieron el bajón económico el tuvimos en el resto de las islas occidentales”, explica Esther Ortega Romero, secretaria de la Unión Insular de Gran Canaria de CCOO. “Al no haber turismo, el paro aumentó, sobre todo en islas como Fuerteventura y Lanzarote, que prácticamente dependen del turismo”, continúa.
Ahora, con las restricciones a los desplazamientos relajadas, el sector turístico está recuperando su importancia y el pasado mes de mayo el archipiélago recibió un total de 890.018 pasajeros internacionales, tan sólo un 1,4% menos que los niveles previos a la pandemia y casi 5 veces más que en el mismo mes de 2021, según datos de Turespaña. Por su parte, el empleo también ha recuperado los niveles pre-pandemia.
Un cambio de rumbo
La recuperación económica de las islas ha seguido, de momento, el mismo rumbo previo a la pandemia, con un sector turístico centrado en aumentar las visitas del exterior. Pero hay otro modelo posible en el que la transición energética podría ser el catalizador para el cambio, asegura el estudio de la Fundación 1º de Mayo. El informe apunta así a la oportunidad que supone la transición energética a la hora de adaptarse al nuevo escenario de emergencia climática, pero también para mejorar la calidad del empleo en sectores como el turismo. Ese modelo implicaría apostar por un tipo de turismo de mayor calidad, en el que se alargue la estancia del turista a un mínimo de 14 días, y donde se potencien sectores como el turismo senior o el teletrabajo.
Además, una mayor eficiencia energética puede tener una traducción directa en el empleo, acortando, por ejemplo, los tiempos de desplazamiento de los y las trabajadoras. “Si soy capaz de optimizar los tiempos, gasto menos y el trabajador está menos tiempo en la carretera, estará más contento. Si lo engarzas todo, la eficiencia energética puede significar incluso bienestar de un trabajador”, explica José Dieppa, jefe de servicios técnicos de los hoteles Mogán Playa y Mogán Valle, del grupo Cordial, en Gran Canaria
La transición energética permitiría además la necesaria diversificación de la economía del archipiélago. “Canarias siempre fue una economía muy frágil, y llevamos muchísimos años planteando la necesidad de la diversificación económica, aunque tenemos claro que la actividad principal en Canarias siempre va a ser el turismo”, asegura Carmen Marrero.
Así, la transición ecológica permitirá crear empleos en otros sectores productivos, como el de las renovables. En concreto, la Estrategia Canaria de Acción Climática estima que con una inversión del 2% del PIB regional destinada a llevar a cabo acciones de mitigación y adaptación al cambio climático, se pueden generar 18.900 empleos anuales. Por ejemplo, sólo la implementación de la Estrategia del vehículo eléctrico de Canarias, que tiene como objetivo instalar de aquí a 2040 160.000 puntos de recarga de apoyo (semirápidos) y de 11.900 puntos de recarga de emergencia (rápidos), podría generar más de 5000 puestos de trabajo para el mantenimiento de esas instalaciones.
La creación de empleo diversificado no sería el único beneficio social y económico de la transición energética, según el estudio. Así, “la aplicación de una transición energética bajo criterios de equidad y justicia favorecerá un modelo económico menos dependiente del exterior, ofreciendo un sistema más seguro para la población” y “reduciría el nivel de exposición de la sociedad canaria a las variaciones de los mercados”, asegura el informe. También permitiría reducir la pobreza energética, que afecta al el 17,8% de los hogares canarios, frenar el despoblamiento rural, o ayudar a mantener la integridad natural del entorno y la fertilidad del suelo, entre otros. Retos fundamentales a los que la sociedad canaria tendrá que hacer frente en un futuro marcado por la emergencia climática.