De “Invisibles” a “Sindicalistas”. La visibilización de las mujeres en la lucha obrera

Aunque las mujeres siempre han sido un elemento esencial en el sindicalismo, no siempre han estado visibilizadas

MAYKA MUÑOZ

Aunque no existe una fecha exacta para la fundación de las llamadas Comisiones Obreras, que tomaron forma a lo largo de la década de 1950 y, especialmente, desde 1962, la conocida como Asamblea de Barcelona, celebrada en junio de 1976, supone un hito histórico en el reconocimiento público del sindicato. En relación con ello, en 2001 se publica un catálogo para celebrar el vigésimo quinto aniversario de la Asamblea, para el que el entonces Secretario General confederal escribe: 

El 25 Aniversario de la Asamblea de Barcelona es ocasión de reivindicar la memoria. La memoria lucha contra el olvido y la lucha de la memoria contra el olvido -esto está muy dicho- es una parte muy importante de la lucha del hombre contra el poder. El poder tiende a dominar [al] desmemoriado.

Ahora que nos hemos acostumbrado a hablar de hombres y mujeres, trabajadores y trabajadoras, el lenguaje escogido- ese hombre contra el poder – chirría. Pero es evidente que en aquel momento predominaba un lenguaje y una mentalidad masculina. Así, por ejemplo, la Secretaría de la Mujer confederal observó la escasa presencia de mujeres en el evento conmemorativo del aniversario y en la propia historia de CCOO. 

Para abordar esta falta de visibilidad, la Secretaría de la Mujer publicó entonces tres informes en la revista Trabajadora, que incluían entrevistas con sindicalistas veteranas y jóvenes. Estos informes, recopilados en XXV Aniversario de la Asamblea de Barcelona de CCOO, 25 años de historia, 25 años de feminismo y sindicalismo, revelaron que la presencia de las mujeres en la historia del sindicato había sido insuficientemente reconocida. Entre las entrevistas, Nuria Casals, la primera Secretaria de la Mujer de la Confederación Obrera Nacional del Congreso (CONC), expresó su tristeza por la falta de representación de la historia de las mujeres en la celebración de la Asamblea de Barcelona. Por su parte, María Jesús Vilches, anterior Secretaria Confederal de la Mujer, también lamentó la ausencia de mención a la contribución de las mujeres a la construcción de CCOO en sus 25 años de existencia. 

La Fundación 1º de Mayo se unió a esta iniciativa en 2004, cuando Rita Moreno, entonces Secretaria Confederal de la Mujer, colaboró con un grupo de historiadoras y profesoras universitarias para crear el proyecto de investigación Trabajo y participación sindical de las mujeres en el Franquismo (1940-1980). Este proyecto recibió una subvención del Instituto de la Mujer y se materializó en una exposición y un catálogo llamado ¿Invisibles? Mujeres, trabajo y sindicalismo en España. 1939-2000. Además, durante el proyecto, se organizaron una serie de seminarios en la Fundación con la participación de historiadoras y militantes de CCOO durante la clandestinidad y la organización del sindicato ya en la legalidad, que fueron muy fructíferos

En el año 2007, se publican dos trabajos destacados: el libro Del hogar a la huelga. Trabajo, género y movimiento obrero durante el franquismo, coordinado por José Babiano y Trabajadora. Tres décadas de acción sindical por la igualdad de género (1977-2007). Las políticas de género en Comisiones Obreras a través de la revista Trabajadora.

Estos trabajos son un intento de reparar la invisibilidad de las mujeres en la reivindicación de la memoria del mismo sindicato, algo que contrasta con la propia política de CCOO, que desde sus orígenes se preocupó por defender los derechos de las mujeres, tal y como consta en los documentos congresuales. 

Sin embargo, los esfuerzos por recuperar la memoria de las mujeres sindicalistas contrastaron con la realidad histórica del movimiento obrero, que era predominantemente masculino y que enfrentó dificultades para integrar las demandas feministas. Una de las razones, como destaca José Babiano en su capítulo del libro Del hogar a la huelga, fue la posición de las mujeres en el mercado laboral durante el franquismo. Esta explica, en parte, por qué al reactivarse la conflictividad laboral a principios de los años sesenta, la participación femenina en esa conflictividad y en la creciente militancia laboral resultó minoritaria. Hay que tener en cuenta que la legislación franquista se esforzó mucho por sacar a las mujeres casadas del mercado de trabajo y a todas de los puestos de responsabilidad. Además, las mujeres trabajaban sobre todo en sectores informales, desregulados, hasta que se casaban o tenían su primer hijo.

Dentro de los sectores donde eran mayoría, como el textil, las trabajadoras tuvieron una presencia importante en las movilizaciones y en el movimiento obrero, lo que se traduce en una presencia también en los órganos de poder cuando se estructura el sindicato.

Por ello, uno de los desafíos para reconocer la memoria de las mujeres en CCOO fue la identidad tradicionalmente masculina del sindicato, cuyo arquetipo es el del varón obrero de una industria del metal, encarnado en mitos de la lucha como Marcelino Camacho, Manuel Amor Deus, Eduardo Saborido, Armando Varo, Juan Muñiz Zapico y otros muchos. Sin embargo, a medida que más mujeres se unieron al sindicato y participaron en la lucha obrera, se hizo evidente la necesidad de reconocer sus contribuciones y sus demandas específicas. 

La integración de la igualdad de género en los congresos confederales de CCOO ha avanzado con el tiempo, especialmente después de la 1ª Conferencia Confederal “CCOO, un espacio sindical para hombres y mujeres” de 1993, que comprometió al sindicato a adoptar políticas y medidas para promover la igualdad de género. En resumen, la visibilización de las mujeres en la lucha obrera y en la historia de CCOO ha sido un proceso gradual que ha requerido esfuerzos deliberados por parte del sindicato y de las mujeres sindicalistas. A lo largo de las décadas, se han realizado investigaciones, exposiciones y publicaciones para rescatar la memoria de las mujeres en la lucha sindical y promover la igualdad de género en el movimiento obrero. A pesar de los desafíos, se ha avanzado significativamente en este sentido, y la presencia y las contribuciones de las mujeres sindicalistas son cada vez más reconocidas y valoradas.


La memoria de las mujeres sindicalistas

La memoria tiene que ver con qué decidimos recordar y cómo lo hacemos, con la validación de un relato, de unos referentes y de sus símbolos. Tal y como se desarrolló el movimiento obrero en la clandestinidad y cómo sufrió la represión del régimen, con despidos, cárceles e incluso muertos, los militantes y las militantes necesitaban de héroes y heroínas que mostrasen que su esfuerzo y sacrificio había valido la pena. Espejos en los que reconocerse y afianzarse en su identidad obrera y en su lucha por mejorar sus condiciones laborales y las del resto de la población. Ahora bien, como hemos señalado, la presencia femenina en los momentos fundacionales del movimiento obrero la encontramos fundamentalmente en espacios subordinados, en las redes de solidaridad, en las entradas de las cárceles. Esto no quiere decir que esos espacios no fueran esenciales para la supervivencia personal y familiar, así como de las propias organizaciones obreras y antifranquistas. Al contrario, estas mujeres asumieron el rol que les imponía el franquismo de madres y esposas y lo resignificaron para salir a la calle a luchar por la libertad de sus esposos y por la democracia. 

La controversia surge cuando la situación cambia a partir de los años sesenta y, sobre todo, setenta cuando, siguiendo a Nadia Varo, se incorporaron a CCOO una serie de mujeres que cuestionaban los roles de género de su época, y para hacerlo se integraron en una organización que defendía los intereses de los trabajadores concibiéndolos básicamente como hombres. Se refiere a las jóvenes que empezaron a trabajar en los talleres textiles y en las empresas metalúrgicas, como especialistas y administrativas, en la sanidad, en la banca y en la educación, y empezaron a militar en las CCOO semiclandestinas y a entrar en los jurados de empresa del Vertical.

El problema, a partir de aquí, será la integración de la memoria de las trabajadoras y militantes de CCOO en la memoria del sindicato, especialmente de las reivindicaciones feministas, que suponen una grieta en el consenso de las secciones sindicales a la hora de plantear las reivindicaciones. Como ocurrió en el textil-confección de Madrid con las dobles categorías para trabajadores y trabajadoras que suponían menores salarios para ellas. No obstante, como ya hemos visto, este tipo de denuncias y reivindicaciones sólo se podían realizar en sectores feminizados donde las trabajadoras tenían una representación fuerte en el sindicato.

Mientras que las veteranas luchadoras han sido mejor aceptadas en la memoria del sindicato desde el reconocimiento de los propios líderes, como Marcelino Camacho, David Morín, Victor Manuel Bayón o Víctor Díaz Cardiel, son las otras, las jóvenes sindicalistas feministas las que han supuesto un mayor reto para su integración en el relato histórico del sindicato. 

La evolución en la recuperación de esta memoria se ve en las mismas publicaciones de CCOO. Así, en los últimos años se han editado varias publicaciones en las que se dedican apartados concretos al papel de las mujeres en la historia sindical. Destacan Comisiones Obreras en la Dictadura (2011) de Juan Moreno; El Metal de Comisiones (2014) del mismo autor; De la domesticidad a la emancipación. Las mujeres en la sociedad navarra (1961-1991) de Carmen Bravo Sueskun (2012). Sindicalistas. Mujeres en las CCOO (2021). Conciencia de clase. Historias de las Comisiones Obreras (2020), de Elena Blasco en colaboración con la Fundación 1º de Mayo o  El legado de la solidaridad. Historia de Comisiones Obreras en los sectores de construcción y actividades diversas (2017), de Mayka Muñoz.

Además, desde las Fundaciones y los Archivos de la Red de Archivos de CCOO se ha desarrollado una recolección de testimonios de miembros y militantes de CCOO, tanto mujeres como varones, que verdaderamente supone la recuperación de la memoria de estos. Por ejemplo, el Archivo de Historia del Trabajo de la Fundación 1º de Mayo, cuenta con 120 entrevistas, de las cuales 38 son a mujeres, o el Centro de Documentación de las Migraciones (CDM) en Vidas de emigrantes, suma 31 entrevistas, de las que 17 son a mujeres. La Colección Oral del Archivo Histórico de CCOO de Andalucía, compuesta por 333 entrevistas, tiene tratados archivísticamente 190 testimonios orales. De ellos, 32 corresponden a mujeres. Por su parte, los fondos orales del Archivo Histórico de CCOO de Cataluña también fueron la base para la investigación pionera Los eslabones perdidos del sindicalismo democrático: la militancia femenina en las CCOO de Catalunya durante el franquismo.

En conclusión, al igual que la experiencia de los varones es diversa, la de las mujeres también, y es importante recuperar estas experiencias diversas que dependen de sus contextos históricos para completar la memoria democrática de la ciudadanía.

Imagen: Colecciones fotográficas del AHT-Fundación 1º de Mayo

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