Violencia de género en las cadenas de valor y cuidados

 Las mujeres son clave en los procesos productivos de muchas industrias y en el sector de cuidados globalizado, pero a menudo sufren abusos en sus empleos y cobran menos por trabajos similares

OFELIA DE FELIPE Y LAURA VILLADIEGO

Este año, el Black Friday, uno de los días de mayor consumo del año, coincide con el 25 de noviembre, fecha en la que se reivindica también el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. “Black Friday también es violencia machista”, denunciaba en redes sociales la Campaña Ropa Limpia (CRL), una organización que vigila las condiciones laborales en la industria textil internacional. Porque detrás de muchos de esos bajos precios, se esconden historias de violencia contra millones de mujeres que hacen posible que esos productos lleguen hasta nosotros.

“La violencia y el acoso por razón de género son sobre todo comunes en aquellas industrias donde se produce unas relaciones de dependencia muy fuertes”, explicó Eva Kreisler, coordinadora en España de la Campaña Ropa Limpia, en un seminario sobre ‘Violencia de género en las cadenas globales de valor:  realidad, retos y perspectivas’, organizado por la Universidad de Valencia, la Fundació Pau i Solidaritat PV, CCOO PV y GT CLACSO. “Tal y como está estructurada esta industria actualmente, con la deslocalización y las prácticas de compra, se fomenta de manera estructural la violencia y el acoso contra las trabajadoras”, continuó. En la industria textil más del 80% de las trabajadoras son mujeres y un 75% sufre regularmente violencia machista en las fábricas, según datos de CRL

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que las mujeres suponen algo menos de 40 por ciento de la fuerza de trabajo global, debido a la dificultad de acceso al trabajo que tienen en muchos países. Además, las mujeres soportan sobre sus hombros el grueso del trabajo no remunerado y tienen una mayor representación en trabajos a media jornada. Además, a menudo cobran salario más bajos por puestos similares y no pueden promocionar a puestos con responsabilidades más elevadas, asegura la OIT. 

El sector textil no es el único en el que esta violencia es común. La minería, un sector fundamental para las cadenas de suministro de aparatos electrónicos, pero también en la industria alimentaria para la fabricación de envases y en muchas otras industrias, también ha sido un sector donde la violencia de género ha sido habitual, explicó Libia Arenal, profesora de derecho internacional de la Universidad de Sevilla durante el seminario. Es, sin embargo, una industria donde la mano de obra femenina es minoritaria – entre el 5 y el 15% – por lo que esta violencia se ha dirigido fundamentalmente contra las comunidades locales cercanas a las minas. “Estas empresas pueden promover, permitir y favorecer el ejercicio sistemático de violencia sexual contra las mujeres. Son prácticas de una política empresarial que tiene como propósito único la protección de sus proyectos, operaciones y beneficios, para lo que necesitan controlar ciertos elementos externos, como la población civil”, aseguró. Arenal puso como ejemplo el caso de la compañía minera Barrick Gold, en Papua Nueva Guinea, quien contrató una empresa de seguridad, que durante casi 20 años creó “un sistema de terror entre la población civil” con violencias sistemáticas contra mujeres. 

La letrada puntualizó además que “la violencia sexual es un concepto difícil de definir jurídicamente y que comprende diferentes actos de violencia que generan un daño psíquico y físico a la víctima”. Así, según Arenal, al concepto de violación sexual que se había reconocido con anterioridad como el principal tipo de violencia sexual, se han añadido otros conceptos como el esclavitud sexual, el embarazo forzado, la prostitución forzada o la esterilización. 

En entornos rurales, el agronegocio también recrea sistemas de desigualdad hacia las mujeres, explicaron defensoras de los derechos humanos de mujeres indígenas en Guatemala Se destacó el caso de la palma aceitera, que se ha expandido rápidamente durante las últimas décadas en su país. Esa industria, que además de dejarles sin tierras y contaminar sus aguas, ejerce violencia contra sus mujeres, denunció. “Los salarios son mínimos para las mujeres a pesar de hacer el mismo trabajo que los hombres. Es muy fuerte la violencia contra las mujeres, la violencia sexual que existe en estas empresas, el acoso sexual y la violencia psicológica donde las condicionan para poder darles un trabajo”, denunciaron.  

Algo que ocurre también en España, especialmente en zonas de producción agrícola que dependen de mano de obra extranjera, en muchos casos femenina, explicó Cristina Faciabén, secretaria confederal de Internacional, Cooperación y Migraciones de CCOO. “Se produce una situación de explotación y vulneración de la mujer migrante que es doble por ser mujer y por ser extranjera”, explicó. En el caso específico de las jornaleras migrantes, esa vulnerabilidad se ve exacerbada, añadió Faciabén, porque están en un destino por un periodo de tiempo limitado, a menudo no hablan español, están escasamente informadas y viven en unas condiciones muy precarias. “Las mujeres sufren además mecanismos de opresión y están muy controladas”, añadió. 

Túnez: una historia de colaboración contra la violencia de género

Túnez ha sido durante décadas un modelo del avance de los derechos de las mujeres en la región del Norte de África y Oriente Medio. Desde 2017, Túnez cuenta con una ley histórica contra la violencia de género que castiga “todas las violencias contra las mujeres”. Tras 20 años de lucha, organizaciones feministas tunecinas, la sociedad civil y el comité de mujeres del sindicato UGTT, lograron la aprobación de una ley pionera en el mundo árabe, que persigue la eliminación de la violencia basada en la discriminación de género, las faltas de respeto a la dignidad humana y a la igualdad entre hombres y mujeres.Y, sin embargo, la violencia persiste bajo muchas formas en la sociedad tunecina, con altas tasas de violencia, en particular en el empleo en el hogar, y también con abusos en el lugar de trabajo. 

Un estudio de la UGTT sobre las mujeres tunecinas en la economía informal afirma que allí trabajan 306.000 mujeres. La pandemia ha sacado de la invisibilidad la esencialidad de los cuidados, en Túnez y en todo el mundo. Sectores y profesiones esenciales están feminizados y caracterizados por una fuerte precariedad laboral. Esta precariedad tiene consecuencias dramáticas en la salud de las mujeres.  Estos sectores feminizados, como la sanidad, la enfermería, la educación infantil, la limpieza, la atención en residencias y a ancianos… han sufrido cargas de trabajo excesivas, sufrimiento, estrés, contagios, ansiedad, imposibilidad de conciliación, jornadas extenuantes, negación de festivos, y de otros derechos (como reducción de jornadas…). Esto tiene daños físicos, pero también daños psicosociales incalculables.

La mayor parte de las trabajadoras tunecinas en los sectores de cuidados tienen condiciones laborales precarias en función de su temporalidad, parcialidad e informalidad. Estas trabajadoras no se encuentran organizadas colectivamente, desconocen sus derechos, o tienen miedo a ejercerlos por posibles condenas sociales..

Frente a esta problemática, la Fundación 1º de Mayo con el apoyo de la Secretaría de Internacional, Cooperación y Migraciones de CCOO, se encuentran promoviendo un proyecto de cooperación sindical internacional con la UGTT de Túnez y financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo con el objetivo de fortalecer el respeto y la garantía del derecho de las mujeres tunecinas al trabajo decente a través de la mejora de sus condiciones laborales y económicas en los sectores de cuidados, del rechazo a la violencia de género y del incremento del liderazgo femenino en el sindicato tunecino. Esta iniciativa contribuirá a una mayor toma de conciencia de la lacra que suponen las violencias, al tiempo que se trata de reducir la influencia de los estereotipos en la construcción de las identidades.

Entre los distintos ejes y actividades de este proyecto,  se han integrado dos campañas conjuntas entre sindicalistas españolas y tunecinas  que subrayan la importancia de la ratificación de dos Convenios de la OIT claves para la igualdad en el mundo laboral, el 189 sobre las trabajadoras y trabajadores del hogar y el 190 sobre la violencia y el acoso en el mundo del trabajo. A tal fin, los pasados 16 a 19 de octubre, una misión de sindicalistas de CCOO se desplazó a Túnez para intercambiar durante una jornada con sindicalistas de la UGTT sobre condiciones de trabajo en el sector de cuidados, en particular en el empleo del hogar, precariedad y violencias hacia las mujeres trabajadoras, organización de trabajadores y empoderamiento, así como incidir sobre la agenda política y la opinión pública contra la violencia  así como aumentar la representatividad de las mujeres en los espacios de toma de decisiones sindicales. 

Con ocasión de este 25N, día de lucha internacional contra las violencias hacia las mujeres, la Fundación 1º de Mayo se suma a las acciones y en particular a los 16 días de activismo, que duran hasta el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos. 

Porque FRENTE A LA CULTURA DE LA VIOLENCIA, LOS FEMINISMOS SON NUESTRA RESPUESTA

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