Hablamos con la eurodiputada Mª Eugenia Rodríguez Palop sobre el papel de la mujer en el discurso de la extrema derecha y las estrategias para hacerle frente
LAURA VILLADIEGO
El año 2018 supuso un punto de inflexión para el feminismo. El 8 de marzo de ese año, por primera vez, las mujeres pararon en una huelga internacional en la que pedían igualdad en el ámbito laboral, pero donde también denunciaban la violencia machista y la discriminación hacia las mujeres en las sociedades patriarcales. Poco después, en el mes de abril, las calles de ciudades de toda España se llenaban en protesta por la sentencia de La Manada, que condenaba a los acusados a nueve años de cárcel por abuso sexual pero que les absolvía del delito de agresión sexual.
Aquel mismo año, una frase de Santiago Abascal, líder de la formación de extrema derecha Vox, se hacía famosa: “el feminismo nos quiere oprimir”. Tras una campaña llena de proclamas antifeministas, antiinmigración y en favor de la triada patria, familia y religión, a finales de 2018 Vox conseguiría entrar por primera vez en una institución en España, con los 12 escaños obtenidos en las elecciones de Andalucía.
No es una simple coincidencia. Porque aunque la extrema derecha no ha surgido con estas eclosiones del feminismo, sí que han aprovechado este resurgir de los movimientos violetas para “reverdecer y refortalecerse, utilizando el eje antifeminista como un eje central”, asegura Mª Eugenia Rodríguez Palop, eurodiputada y Vicepresidenta de la Comisión de Derechos de las Mujeres e Igualdad de Género del Parlamento Europeo. Así, la mujer se ha convertido en un “elemento político en disputa” porque a la mujer la atraviesan todos los elementos identitarios de la extrema derecha. “Todos esos elementos que son identitarios de la extrema derecha – la familia, la nación, la raza, las costumbres y los usos, las tradiciones, la religión – radican en buena parte en unas determinadas mujeres o en un determinado rol que se le adjudica a las mujeres”, explica Palop.
España no es el único país en el que la mujer ha tenido un papel central en el discurso de la extrema derecha. Así, el expresidente de Estados Unidos, Donal Trump hizo del movimiento #Metoo, que denunciaba los abusos sexuales en el mundo del cine primero y en otras industrias después, uno de sus principales enemigos. “Son tiempos escalofriantes para los hombres jóvenes en Estados Unidos, donde puedes ser culpable de algo de lo que quizá no seas culpable… Las mujeres lo están haciendo genial”, dijo el ex-presidente. El brasileño Jair Bolsonaro también es conocido por sus frases misóginas, que incluyen las declaraciones contra una diputada a la que aseguró que no violaría “porque no se lo merece”, o asegurando que no contrataría a una mujer “por el mismo salario que un hombre”, porque “se quedan embarazadas”. Javier Milei, candidato de extrema derecha en la presidenciales argentinas, también ha negado que exista ninguna brecha salarial entre hombres y mujeres y ha propuesto lanzar un referendum para derogar el aborto, entre otras medidas.
Una de las principales razones por las que la ‘ideología de género’, como la llama la extrema derecha, molesta a esos nuevos movimientos posfascistas es la reinterpretación que el feminismo hace de la figura de la mujer, opina Palop. “El feminismo cuestiona ese rol, esa visión convencional o tradicional de las mujeres. Y la extrema derecha reacciona de inmediato,ofreciendo una alternativa que básicamente consiste en una alternativa regresiva y reaccionaria”, asegura Palop.
Feminismo relacional como respuesta
Dice Mª Eugenia Rodríguez Palop que la clave del ascenso de la extrema derecha está en “cómo ha puesto en valor los vínculos” en un mundo de esquemas neoliberales que “generan soledad, incertidumbre, miedo, angustia”. A esto se une un mercado laboral en el que la flexibilidad laboral reina y que no es capaz de ofrecer un futuro cierto a las personas trabajadoras. “Cuando alguien tiene miedo al futuro, eso genera actitudes cínicas y nihilistas y es un caldo de cultivo del conservadurismo. Si uno piensa que no hay futuro o que el futuro va a ser siempre lo mismo o es una amenaza, pues evidentemente recurre a intentar conservar lo que tiene”, explica Palop. “Eso ha hecho que mucha gente se refugie en los vínculos y en las instituciones conocidas que le otorgan estabilidad y seguridad, que le dan certeza”, continúa
Así, la extrema derecha ha explotado algunos de esos elementos tradicionales como la familia, la iglesia, la nación o la patria, y ha hecho de su defensa su principal caballo de batalla. Y la izquierda, con sus discursos más complejos, no ha sido capaz de aportar certidumbres en la sociedad. “A la izquierda le ha faltado responder a esos vínculos con otros vínculos, no con un vaciamiento, no con una alternativa que consiste en desvincularse, sino con una alternativa que consiste en vincularse de otra manera. Y yo creo que eso no lo ha sabido hacer o no lo ha sabido hacer a tiempo o no lo han sabido explicar adecuadamente”, asegura Palop.
El propio feminismo también ha ofrecido respuestas que “invisibilizan los vínculos”. Es el caso del feminismo liberal, que Palop califica de “quirúrgico”. “El feminismo liberal hace ajustes para que ciertas mujeres, porque los ajustes que hacen no llegan a todas, estén en posibilidad de competir con los varones y además con procesos muy masculinizantes, donde se hace tabula rasa de las identidades y de las diferencias”, explica Palop. “Eso a la extrema derecha no la perturba en lo más mínimo, porque la extrema derecha puede perfectamente asumir, y ahí está Le Pen para demostrarlo, que las mujeres tienen que estar en condiciones de competir con los varones, que tienen que ganar lo mismo por el mismo trabajo”, continúa.
Ante esto, aparece el feminismo relacional, que denomina Palop, como el verdadero antídoto de la extrema derecha. “El feminismo relacional logra no invisibilizar los vínculos y sustituye esos vínculos convencionales mediados por una visión represiva de las instituciones, por vínculos más liberadores que acompañen una visión infinitamente más inclusiva y más flexible de las instituciones”, asegura la eurodiputada. Porque sin los vínculos, la batalla está perdida. “Yo creo que es un error combatir la patria o las banderas o la familia, eso es un error. Eso es regalarles a ellos una identidad que está forjada durante siglos”, asegura Palop. “Lo que hay que hacer es una relectura”.
Sin embargo, Palop no cree que la izquierda vaya a ser capaz de ganar la batalla por llenar los vínculos. “Yo creo que sí que va a haber un aumento de la extrema derecha. En España, a lo mejor no tanto, porque creo que Vox se ha equivocado de estrategia en la medida en que se ha situado en el protofranquismo, pues se ha quedado fuera de foco en la Unión Europea”, explica. “Pero la extrema derecha como tal, yo sí creo que va a crecer en Europa y va a crecer en América Latina y va a crecer en el mundo. Eso yo lo veo clarísimo porque ofrece certezas. Ofrece certezas que son en un punto terroríficas, pero que son respuestas. Y no se puede evitar que la gente las vea como respuestas”, afirma. La respuesta, asegura, estará en los movimientos como el feminismo como antídotos ante la extrema derecha.
Imagen: Guillermo Casanova