David Ginard, historiador: “No quiero perder la esperanza en que un día u otro se recupere el sentido común sobre memoria democrática”

Hablamos con el historiador, experto en la figura de Aurora Picornell, después de que el presidente del Parlamento Balear rompiera una fotografía de la activista fusilada en 1937 en una sesión del pleno

Por JOSÉ BABIANO Y LAURA VILLADIEGO

El pasado 18 de junio, el presidente del Parlamento de las Islas Baleares y diputado por VOX, Gabriel Le Senne, expulsó del pleno a dos diputadas socialistas que portaban retratos de mujeres fusiladas por los falangistas en 1937 en Mallorca. Además rompió en pedazos la fotografía de Aurora Picornell, cuya vida fue segada a los 24 años de edad por ser sindicalista, feminista y militante comunista. A la mañana siguiente el Ayuntamiento de Mallorca, en manos del PP y Vox, dio un giro de tuerca más y ordenó a las bibliotecas municipales que evitaran toda promoción de la bibliografía sobre Aurora Picornell. Hablamos con David Ginard, profesor en la Universidad de Baleares y uno de los mayores especialistas de la figura de Aurora Picornell, sobre el incidente en Baleares y sobre el significado de Picornell como símbolo de la lucha democrática y antifranquista.

Pregunta. El comportamiento autoritario y violento del presidente del Parlamento Balear tuvo lugar durante un pleno en el que se derogaba la ley de memoria histórica Balear, ¿puedes hablarnos de este contexto que remite al programa del gobierno sostenido por PP-VOX, en cuestión de memoria histórica?

Respuesta. Se trataba de un pleno en el que se abordaba el primer paso para la derogación de la Ley de Memoria y Reconocimientos Democráticos de las Baleares, un texto de 2018 que en su día fue aprobado con amplia mayoría. De hecho el PP solo se había opuesto a una pequeña parte del articulado y no llevaba en su programa electoral de 2019 ni en el de 2023 la derogación de la ley. La derogación fue una exigencia de Vox en 2023 para acordar la investidura de la actual presidenta, Marga Prohens (PP). Es en mi opinión, se trata de una medida que responde únicamente a una de las obsesiones favoritas de las extremas derechas españolas en su guerra cultural contra todo lo que huela a progresismo. Sería perfectamente legítimo y entraría dentro de la normalidad que un cambio de signo gubernamental implicase una diferente aplicación de la ley, que se adoptasen otros ritmos u otras prioridades, que se aumentase o redujese el presupuesto dedicado a la cuestión, que se pusiese el acento en el desarrollo de un artículo u otro, incluso que se hubiese reformado algún artículo concreto (como el relativo a las sanciones por exhibir determinada simbología). Pero que deroguen toda la ley sin más, cuando no hay elementos objetivos que indiquen que haya generado efectos negativos para nadie, es realmente llamativo. ¿Significa que les parece mal que se elabore un censo de víctimas de la Guerra Civil o que se recupere la documentación archivística sobre el período 1936-75 o que se confeccionen materiales didácticos al respecto? Es un despropósito que en nada favorece a la salud democrática del país.

P. Eres autor de dos libros relativos a Aurora Picornell, ¿nos puedes hablar un poco de ella? ¿Qué papel juega en la memoria de las islas en términos simbólicos?

R. Aurora Picornell fue, sin duda, la activista de izquierdas más célebre en la Mallorca de los años treinta y además es una figura muy representativa de un fenómeno transgresor de alcance general en la época (la incorporación repentina de mujeres jóvenes a la acción política). Aunque empezó actuando como feminista y laicista (a los 16-18 años) e incluso durante unos meses estuvo afiliada al republicanismo federal, su compromiso militante más característico fue con el PCE, partido en el que militó desde septiembre de 1931 y hasta su asesinato. Durante la República tuvo una actividad frenética: responsable del Secretariado de la Mujer del PCE, primera impulsora del 8 de marzo, fundadora y vicepresidenta del sindicato de sastrería, dirigente del Socorro Rojo, articulista del órgano comunista Nuestra Palabra… Además era la compañera de Heriberto Quiñones, el célebre (y polémico) agente de la Komintern fusilado por Franco en 1942 y expulsado del PCE por su autonomía organizativa. A las alturas de 1936 ya era considerada una heroína por las izquierdas locales y, al tiempo, odiada por las extremas derechas, que le aplicaban los tópicos asociados al estereotipo de «la roja». De allí que se divulgase el apelativo de «la Pasionaria de Mallorca», aunque creo que esta denominación tuvo una difusión discreta y que, en todo caso, la usaban esencialmente sus enemigos y con un sentido evidentemente peyorativo. A destacar que en la primavera de 1936 viajó a Madrid  con Quiñones y se reunió y participó en un mitín con Dolores Ibárruri, quien le ofreció que se quedase en la ciudad y se incorporase a su equipo, pero por motivos familiares regresó a Mallorca. Cuando se produjo el golpe contra la República fue de las primeras personas en ser detenidas y en la noche de reyes de 1937, junto a cuatro compañeras, fue «sacada» de la prisión de mujeres de Palma por un grupo de falangistas y asesinada en el cementerio de Manacor.

En términos simbolicos es en las Baleares la figura referencial más importante sobre la represión en la Guerra Civil. Desde luego cumple todos los requisitos para ser un icono redondo. Se llamaba Aurora (nombre nada corriente en las islas, con evidentes resonancias simbólicas y que respondía al compromiso político de sus padres), tuvo una vida política breve pero intentísima, una muerte muy joven (a los 24 años) en circunstancias particularmente trágicas que generó leyendas varias que se difundieron por la isla, se le atribuyeron frases célebres (como la de que habría espetado a sus asesinos que con las balas no matarían las ideas), se difundió a partir de la transición una fotografía suya en la que aparecía serena y sonriente, etc. Evidentemente la emblematización de Aurora Picornell, como cualquier otra, es producto de un proceso de construcción (en el sentido de que a partir de un perfil y de una trayectoria más o menos solida surge en un momento determinado el mito y se resignifica con el tiempo) y resulta apasionante desde el punto de vista de los estudios históricos sobre las identidades y culturas militantes. Ya en 1931, con 18 años, se la comparaba con Mariana Pineda y se propuso rendirle un homenaje público por parte de intelectuales republicanos y socialistas. Las crónicas del día de la Mujer Trabajadora de 1936 la describen como una líder que en cuanto abría la boca en un mitín enardecía al auditorio. Con su asesinato la memoria del personaje se empieza a borrar, pero resurge con fuerza en los años setenta porque unos pocos supervivientes del PCE de la República siguen activos y transmiten sus recuerdos a la generación más joven de este partido. Se celebra un primer gran homenaje público en 1978, en 1987 se le dedica una calle en el barrio donde nació y desde entonces se han acumulado las actividades que han acentuado la simbolización: homenajes periódicos, carteles, esculturas, poemas, canciones, camisetas… Lógicamente, que la investigación académica haya avanzado en el conocimiento científico y crítico del personaje también ha ayudado a hacerlo popular e, indirectamente, a que sea emblematizado. Pero lo que sin duda acabó de redondear el proceso de simbolización fue que en 2022 se identificara su cadáver y que entre los restos que se hallaron hubiera una hermosa pluma, la única que se ha localizado de momento junto a una mujer asesinada durante la guerra. Fue la noticia del año en Mallorca y en enero de 2023 se celebró un gran homenaje con motivo del retorno de sus restos a los familiares.

David Ginard en una imagen cedida

P. El nombre de Aurora Picornell ha trascendido después de que el presidente del parlamento Balear rompiera una fotografía suya, pero en la sala había fotografías de otras mujeres, ¿quienes eran?

R. Eran dos de sus compañeras de martirio la noche del 5 al 6 de enero de 1937: Antonia y María Pascual Flaquer. Aurora Picornell fue asesinada junto a otras cuatro mujeres también encarceladas en la prisión de mujeres de Palma: las llamadas “rojas del Molinar” que eran las hermanas Antonia y Maria Pascual Flaquer (activas militantes comunistas), la madre de estas (Catalina Flaquer Pascual) y una joven de Palencia que se llamaba Belarmina González Rodríguez (esta última es una verdadera incógnita, de hecho hasta que encontré su ficha en el archivo de la prisión en 2004 se desconocía incluso su nombre y todavía hoy no sabemos como había llegado a Mallorca ni por qué la encarcelaron y la incluyeron en el grupo de mujeres asesinadas en el cementerio de Manacor).

P. Al día siguiente del incidente en el parlamento balear, el ayuntamiento de Palma dió instrucciones a las bibliotecas municipales para que se ocultasen tus libros sobre Aurora Picornell ¿cómo valoras este acto de censura?

R. Para ser exactos, creo que lo que hicieron fue ordenar a los bibliotecarios de la principal biblioteca de la ciudad que borrasen un twit en el que se recomendaba uno de mis libros sobre ella como lectura de la semana. Lo dejaremos en que es una tontería que ha contribuido a difundir el libro.

P. ¿Que te ha parecido la respuesta popular al incidente?

R. Ha sido muy significativa. Al margen de las reacciones en medios de comunicación y redes sociales, yo destacaría la concentración de protesta que hubo a los dos días frente al Parlament a la que acudieron cientos de personas. Ciertamente en Mallorca es una figura muy estimada.

P. ¿cual es tu valoración final de estos acontecimientos?

R. Es agridulce. Lógicamente el episodio se podría leer en términos de que favorece la concienciación de segmentos de la población respecto a la violencia ejercida durante la Guerra Civil y la protección de los derechos humanos e incluso que la torpeza cometida por el responsable institucional en cuestión habrá contribuido a difundir la figura de Aurora Picornell y convertirla en un icono en toda España. Es así pero lo cierto es que la Ley ha sido derogada y dependerá de los vaivenes políticos del futuro que algún día se puedan reemprender en las Baleares acciones institucionales de peso en favor de la memoria democrática. No quiero perder la esperanza en que un día u otro se recupere el sentido común; hay que recordar que la Ley de Fosas y el nombramiento de Aurora Picornell como hija ilustre de Mallorca fueron aprobados por unanimidad. Lo deseable sería que en las Baleares y en el resto de las comunidades autónomas y en España en su conjunto se crearan unos amplios consensos en torno a las políticas de la memoria como en su momento existieron en otros países de Europa que padecieron dictaduras de corte fascista (hablo en pasado porque, por desgracia, el ascenso de la extrema derecha es un fenómeno de alcance universal).

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