Cuidar a las que cuidan: las duras condiciones en las residencias de atención a la dependencia

La dificultad en la negociación colectiva en el sector de la atención a la dependencia ha influido en las malas condiciones laborales de sus trabajadoras

Por LAURA VILLADIEGO

“Haz la cuenta. Cada trabajadora tiene que ocuparse de 14 ó 15 residentes en el turno de mañana. De normal es una hora, pero pongamos que son dos. Hay que ir a la habitación del paciente que puede tener Alzheimer o Parkinson, o cualquier otra demencia. Abrir las ventanas, darle los buenos días, despertarlo, levantarlo, ponerlo en la silla de ruedas, llevarlo a la ducha, calentar el agua, ducharlo, secarlo, hidratarlo, vestirlo, ponerle quizá una prótesis, si es hombre afeitarlo y llevarlo al salón para desayunar. 15 personas en dos horas. Son 8 minutos por persona. ¿A qué da tiempo en 8 minutos?”.

Juani Peñafiel trabaja en una residencia desde hace 20 años y asegura que “las condiciones laborales en este sector de verdad son pésimas”. “Se va a mata caballo y eso cuando en un día normal la plantilla está completa. Cuando hay una ausencia por alguna baja, o por cualquier permiso, ni siquiera la sustituyen y ese trabajo se tiene que repartir entre las trabajadoras, esto implica menos tiempo en hacer las funciones de cada uno de los residentes”, asegura la gerocultora.

“Este sector quizás sea de los sectores más precarios porque entra dentro de aquellos sectores de cuidado que están muy feminizados. Y estos son los sectores más precarios, tanto en condiciones económicas como en condiciones de carga de trabajo”, explica Jesús Cabrera, responsable de Negociación Colectiva en privada y sectores sociosanitaria de la federación estatal de Sanidad de CCOO. En las residencias, entre el 85 y el 90% de las personas trabajadoras son mujeres.

Sin embargo, Peñafiel, quien es también responsable de Dependencia de CCOO Madrid, asegura que las condiciones eran incluso más precarias antes de la firma del VIII Convenio Estatal de Dependencia, que ha incluido subidas salariales de hasta el 18,5% entre 2022 y 2025. “Desde el 2022 hasta el día de hoy, nuestro salario ha subido un 13% . Es que no llegábamos a los 20 euros. Con los pluses de antigüedad, de festivos y de domingos, estábamos dentro del salario mínimo, pero el salario básico no llegaba”, recuerda.

La negociación colectiva es especialmente complicada en el sector de la dependencia, explica Jesús Cabrera, ya que hay cinco patronales (CEAPS, AESTE, ASADE, LARES Y FED), y el convenio afecta a cuatro sectores – el de residencias, centros de día, ayuda a domicilio y teleasistencia. Varios estudios han demostrado la relación entre una negociación colectiva fuerte y menores niveles de desigualdad entre las trabajadoras. Entre ellos, el proyecto Negociando por la igualdad” (BFORE en sus siglas en inglés), que se ha centrado en analizar la relación existente entre la tasa de cobertura de la negociación colectiva y diversos indicadores de desigualdad (ratio 90/10, bajos salarios y participación en la renta) en la Unión Europea. El estudio concluye que a mayor cobertura de la negociación colectiva existe un menor nivel de desigualdad salarial, una mayor participación de la población trabajadora en la renta y una menor incidencia de salarios bajos. Avances que en el caso del sector de la dependencia han sido lentos por las dificultades de la negociación colectiva.

Pero las tablas salariales no son el único problema, denuncia Peñafiel, sino la parcialidad, cada vez más frecuente. “Contratadas al 100% nada más están las antiguas. Esto conlleva que la mayoría trabaja en dos residencias, porque no pueden salir adelante si no es con la jornada completa”, explica.

Así, la sobrecarga de trabajo lleva a problemas físicos y mentales. “Claro que estamos mal emocionalmente porque no les estamos dando la atención que necesitan a los residentes. Y además no están reconocidas las enfermedades profesionales como la operación del túnel carpiano, por movimientos repetitivos, muchas trabajadoras están operadas de las dos manos”, se queja Peñafiel. “Ahora mismo, después de haber tenido esta subida salarial, yo creo que la sobrecarga de trabajo es lo que más reclaman cualquiera de mis compañeras”, pues además de ser un sector muy feminizado las plantillas están muy envejecidas, afirma.

Sin embargo, la lucha por mejorar las condiciones salariales tampoco ha terminado, asegura Cabrera. “El nuevo convenio evidentemente es insuficiente. Insuficiente primero por las condiciones laborales, e incluso por las condiciones salariales” , explica Jesús Cabrera. “Viendo lo que ha sucedido en el conjunto del Estado con la subida del salario mínimo interprofesional, ahora hay categorías que están por debajo del salario mínimo interprofesional, como salario de convenio”, continúa. El salario mínimo interprofesional ha subido un 54% desde 2018, hasta los 1.134 euros mensuales en 14 pagas o 1.323 euros mensuales en 12 pagas.

“Con estos salarios tan bajos y las condiciones tan duras, lo que está sucediendo es que ya hay problemas para contratar a gerocultoras”, asegura Cabrera. “Este sector ahora mismo está envejeciendo, pero a pasos agigantados. Yo tengo compañeras con 65 años levantando a residentes de 63, de 64, de 65”, añade Peñafiel. “Necesitamos que este sector deje de estar en precario, porque es un trabajo esencial y fundamental. Pero además, si fuese un sector atractivo, sería una forma de consolidar trabajo fijo. Pero mis compañeras lo que quieren es irse a trabajar a otro sector con condiciones laborales dignas”, concluye Peñafiel.

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