El relato de las limpiadoras de hospitales es demoledor y rezuma injusticia por los cuatro costados: Ellas están en la primera línea de la lucha contra el COVID y el gobierno les ha negado el reconocimiento del accidente de trabajo si se contagian. Pero no a todas: en el mismo hospital, si eres una limpiadora de la sanidad pública que trabaja para el Servicio Andaluz de Salud y te contagias de COVID-19, lo tuyo será accidente de trabajo. Pero si trabajas para una subcontrata no, entonces será enfermedad común. Hablamos con dos delegadas de CCOO en el Complejo Hospitalario de Málaga, Ana y Mariló que expresan su indignación y el agotamiento del colectivo.
Por BERTA CHULVI
A pesar de que su situación clama al cielo, lo primero que las trabajadoras refieren no es la injusticia que les afecta a ellas mismas, sino los problemas en la organización de las tareas que puede derivar en contagios de usuarios y personal y ello porque no les dejan participar en las decisiones: “No sabes la lucha que llevamos con el personal auxiliar de enfermería para que entiendan que el protocolo de limpieza correcto es que ellas entren antes a limpiar los aparatos y que nosotras seamos las últimas en salir de la habitación para asegurar que todo queda correctamente desinfectado. Nos cuesta la vida salir la última. Como somos el último eslabón nadie nos escucha” explica Ana. “Y en una situación de miedo generalizado todo el mundo nos manda” añade Mariló. Ellas tienen muy claro que la función de limpieza en un hospital siempre ha sido vital pero más en estos momentos: “Sin nosotras habría muchos más contagios. El médico es importantísimo, los ATS también, pero las limpiadoras somos importantísimas porque somos las que acabamos con el virus en los entornos contaminados” explica Ana.
A estas limpiadoras no les cabe en la cabeza que un gobierno progresista no se haya dado cuenta de que ellas están tan expuestas al virus como el personal sanitario y les duele la injusticia en el alma: “Cuando leímos en el BOE que nuestro contagio no era considerado accidente laboral no podíamos creerlo” señala Mariló. Ana entró a los 18 años al Hospital y ahora tiene 56 y no da crédito: “A este gobierno progresista lo he votado yo. Y que ahora el ministro Escrivá diga que no estamos en primera línea. ¿Perdone?” afirma Ana indignada. Las limpiadoras no han planteado una huelga en estos momentos por su profundo sentido de la responsabilidad: “Cuando el covid baje un poco tenemos que salir a la calle. Toda la limpieza ha de salir a la calle porque esto es inaceptable”. Comentan entre ellas durante la entrevista.
La injusticia es flagrante porque hay algunas limpiadoras que son personal del Servicio Andaluz de Salud cuyo contagio si será considerado accidente de trabajo. La misma tarea, pero dos clases distintas: hay limpiadoras de primera y de segunda en los hospitales de toda España. Una situación que con Covid-19 resulta escandalosa porque estamos hablando de protección de la salud.
Esa discriminación es patente en muchos detalles que les recuerdan, una y otra vez, que ellas son menos que los demás. Por ejemplo, con algo tan claro como los EPIS, ellas también son menos, o si se quiere, utilizando la ironía, son más, superheroínas con una naturaleza extraordinaria y por tanto con menos riesgo de contagio: “En octubre se da la orden de que todo el mundo tiene que llevar mascarilla FP2 y en el hospital la lleva todo el personal, hasta la auxiliar de enfermería que está en lencería, menos las limpiadoras de la empresa subcontratada que sólo tienen mascarillas FP2 si están en zona covid. Esto, formalmente, es culpa de la subcontratista, una UTE en la que Ferrovial es la que más peso tiene, pero también de la sanidad pública andaluza que lo permite: “El Servicio Andaluz de Salud, que es responsable de supervisar cómo actúan, , las subcontratas en materia de salud laboral lo está permitiendo”.
El trabajo se ha multiplicado por ocho pero no se contrata personal
La llegada de la Pandemia ha multiplicado por 8 el trabajo de limpieza en los hospitales, pero las plantillas de limpieza siguen siendo las mismas: “En todas las categorías laborales del hospital se ha incrementado la contratación, pero la limpieza se ha quedado igual. Seguimos siendo las mismas que éramos antes de la pandemia. Los pocos contratos que se hacen son contratos precarios de 2 o 3 días para cubrir los días que nosotras descansamos y además son contratos de 6 horas y no de 7 como los nuestros. Es decir, el equipo de limpieza tiene el mismo número de personas haciendo casi el doble de trabajo” explica Mariló. En la situación actual cada vez que las limpiadoras entran a desinfectar una habitación han de limpiar todas las superficies: techo, suelos, paredes, puertas, las ruedas, los pomos, etc. Las limpiadoras entran en la habitación estando el enfermo de Covid, cuando éste es alta o cuando, lamentablemente, ha fallecido, pero el gobierno no considera a esas personas primera línea: “No lo puedo entender. Es incomprensible” estalla Ana.
Bajo control, es decir pocas posibilidades de influir en el trabajo y altas exigencias cuantitativas, es decir una alta carga de trabajo, es el coctel de exposición a riesgos psicosociales que multiplica por mucho la probabilidad de que estas trabajadoras padezcan problemas de salud mental y cardiovascular y ello, por no usar métodos de trabajo más participativos y no contratar más personal. Hay que sumarle el plus de exposición a la falta de reconocimiento, que redundará en multiplicar esos trastornos de salud.
El esfuerzo físico adicional que estas trabajadoras tienen que hacer para llegar a cubrir la demanda extraordinaria de trabajo que supone el protocolo del COVID-19 está machacando al colectivo con un incremento notable de los trastornos musculoesquelético y las está exponiendo a riesgos biológicos que no tienen evaluados: “Nosotras no deberíamos cerrar los bidones verdes que contienen los elementos bio-contaminantes. Ese es un riesgo que no tenemos evaluado, porque según el protocolo los deberían cerra las auxiliares de enfermería. Es decir, nosotros sólo tenemos evaluado el riesgo de traslado de contenedores cerrados y reposición, pero no el manipulado de los contenedores abiertos. Pero ¿qué hacemos si llegamos a una habitación y vemos que no está cerrado? Pues por humanidad lo cerramos” explica Mariló que es delegada de prevención. “No deberíamos trasladar a pulso más de 15 kilos, pero los bidones verdes que trasladamos a pulso pueden llegar a pesar hasta 40 kilos” continua. Además, como las plantas de reciclaje de bidones con residuos biológicos contaminantes no dan abasto en España, se está usando unas cajas de cartón con unas bolsas amarilla a la salida de las habitaciones para que se depositen los EPIS, ¿qué pasa cuando el bidón verde está lleno? Pues que el personal mete la caja en la habitación y tiran ahí de todo, por ejemplo, restos de comida del enfermo. ¿Y quién recoge esa caja que además de pesar muchísimo, derrama líquidos por todos lados? Nosotras, las que según el ministro Escrivá, no estamos en primera línea” señala Mariló.
Y ¿cómo puede ser que no haya una carretilla por planta para trasladar esos bultos que además de ser pesados pueden ser contaminantes? Pregunta la periodista: “Empezamos a pedir carretillas en marzo y en diciembre llegaron 4 para 11 plantas, más o menos, te hablo de memoria. Las carretillas básicas que pedíamos no se si cuestan 30 euros, imagínate” relata Mariló. “Una carretilla especial -continúa- para trasladar bidones de tres en tres, desde el punto sucio a la jaula, cuesta 800 euros y la empresa, que cierra contratos millonarios, nos ha dicho que no. En ese puesto, el compañero que no tiene el hombro destrozado tiene una contractura en la espalda”. Están cansadas de esta situación en la que se negocian los pliegos de condiciones siempre a la baja a costa de las trabajadoras: “Nuestra lucha es que nos integren en el Servicio Andaluz de Salud. Acabar con las subcontratas le ahorraría mucho dinero a la Junta, pero ni este gobierno del PP ni el anterior del PSOE, quieren escuchar este mensaje. Nosotras no vamos a parar hasta conseguirlo”.
Todo esto te lo llevas a casa
La inseguridad de contagiarse y de contagiar también está siendo tremenda, es una exposición que les pasará factura en términos de salud mental . En esta situación de presión, las trabajadoras están teniendo un contacto intenso con la muerte y se llevan el miedo a sus casas. “No sabes si te llevas el virus a tú casa y tú también tienes a tu madre con patologías previas o a tu hijo con asma y tienes miedo de llevarles el virus” explica Mariló quien también puntualiza que la situación no es la misma en todos los servicios: “Hay supervisoras que son excepcionales y que porque tienen humanidad mejoran la situación del equipo pero la norma general, por la actitud de la empresa y del Servicio Andaluz de Salud es cero interés en proteger la salud de las trabajadoras”. El desprecio del gobierno a estas trabajadoras de la limpieza de hospitales, al no reconocerles el accidente laboral, es un mazazo más a la autoestima de todo un colectivo crucial en estos momentos: “Nos tratan como la escoria del COVID-19” afirman con un sentimiento de dolor y rabia.