Nuria Badenes Plá: “Gravar menos al 1% mejor situado es injusto, genera pérdida de recaudación e incrementa el descontento”

La investigadora del Instituto de Estudios Fiscales del Ministerio de Hacienda participará en la jornada sobre fiscalidad organizada por la Fundación 1º de Mayo el próximo 6 de junio

LAURA VILLADIEGO

España es uno de los países de Europa donde el sistema impositivo más falla a la hora de redistribuir la riqueza. Así, los datos de Eurostat sitúan a España entre los países con una mayor desigualdad del continente, mientras que la capacidad redistributiva del país es inferior a la media europea. Hablamos sobre la suficiencia y equidad del sistema tributario español con Nuria Badenes Plá, investigadora del Instituto de Estudios Fiscales del Ministerio de Hacienda, quien participará el próximo 6 de junio en el Caixa Forum de Madrid en la jornada de debate sobre ‘La nueva gobernanza europea y la fiscalidad en España’ organizada por la Fundación 1º de Mayo. 

Nuria Badenes Pla, investigadora del Instituto de Estudios Fiscales del Ministerio de Hacienda./ Foto cedida

Pregunta. En uno de sus estudios se afirma que se suele infraestimar la verdadera desigualdad global por el hecho de no incluir a los mejor situados en las distribuciones de microdatos. ¿Qué ocurre cuando se incluyen esos datos? ¿Cuál sería la situación de la desigualdad?

Respuesta: Cuando se analiza la desigualdad de la renta se pueden tomar los datos que proceden de registros administrativos, datos “de verdad”, los valores exactos de las declaraciones de IRPF, de la Agencia Tributaria. También se puede acudir a las familias y preguntarles cuál es su renta, lo que queda registrado en las Encuesta de Condiciones de Vida. En el primer caso, los “súper ricos” quedan fuera, porque no declaran por IRPF, o al menos no toda su renta. En el segundo caso, existe una infrarrepresentación de los hogares súper ricos en la encuesta. Dada la tendencia que se observa a la concentración de renta (y riqueza) en los percentiles mejor situados, no medir bien lo que ocurre en la cola derecha de la distribución ya sea con datos de encuesta o de registro administrativo conduce a una infraestimación de la desigualdad real. La desigualdad crece en el extremo que medimos peor, el de los más ricos, por eso la desigualdad medida es inferior a la real.   

P. Según datos de Eurostat, España está a la cola entre los países con más desigualdad de Europa. ¿Está la política fiscal del país relacionada con esto? ¿Ha perdido capacidad redistributiva nuestro sistema impositivo en las últimas décadas?

R. La política fiscal está relacionada, pero no es la única causante. La desigualdad de la renta disponible depende de la desigualdad de la renta de mercado -antes de que opere el sistema fiscal- y de la capacidad redistributiva de la política de impuestos y transferencias. En España concurren varias circunstancias que nos sitúan en peor situación al compararnos con nuestros vecinos: una estructura productiva con bajo contenido tecnológico y un mercado de trabajo con baja cualificación y alta temporalidad. Esto hace que la desigualdad de partida sea mayor que la media. A ello se suma que la capacidad redistribuidora tanto de impuestos como de transferencias es inferior a la media de Europa, lo que resulta en una desigualdad de renta disponible mayor que nuestro entorno.

A lo largo del tiempo se observa en España una tendencia a incrementar el peso de la imposición indirecta en detrimento de la directa. Ello mengua la capacidad redistribuidora del sistema, puesto que la fiscalidad directa es progresiva y exige proporcionalmente más a quién más tiene, pero la fiscalidad indirecta no. 

P. En el estudio, también asegura que el impuesto sobre el patrimonio apenas logra redistribuir la riqueza en España, y en el caso de los más ricos aumenta la desigualdad, ya que redistribuye en sentido contrario al esperado. ¿Por qué se produce esto? ¿Qué está fallando?

R. El impuesto sobre el patrimonio tiene a priori por su diseño una capacidad redistributiva limitada, teniendo en cuenta que el tipo marginal máximo de la tarifa ronda el 3%. En la práctica, el impuesto es redistributivo en las nueve primeras decilas, pero no lo es en la última. El efecto de las exenciones puede hacer que ante un patrimonio elevado concurran circunstancias que bajen su gravamen y finalmente se pague una proporción menor en patrimonios que antes de exención son más elevados. Por otro lado, la capacidad normativa ejercida por distintos territorios da lugar a impuestos distintos por CCAA y ello puede limitar la capacidad redistributiva si los patrimonios más elevados se concentran en los territorios menos exigentes o con mayores beneficios fiscales.

P. ¿Qué habría que hacer en España para que la fiscalidad fuera más distributiva? ¿Cómo podría acercarse a países que tienen una mejor capacidad de redistribución de la renta con índice Gini más bajos?

R. Una tendencia que sería aconsejable revertir es la del incremento del peso de la fiscalidad indirecta frente a la directa, por ser la directa la que puede considerar la capacidad de pago del contribuyente. Y ahí está la clave: contribuir según la capacidad de pago de cada uno y hacerlo con un peso mayor cuanto mejor es la situación del que paga. Se puede actuar desde distintos frentes: conocer la realidad y analizarla constituye un primer paso, lo que permitiría medir mejor la verdadera distribución. Pero también hay que actuar en consecuencia ante la continua polarización de la renta, y eso implica ya no a los analistas, sino a quienes toman decisiones. La combinación de políticas posibles que podrían mejorar la capacidad redistributiva del sistema es infinita. Se pueden crear figuras tributarias nuevas o se pueden mejorar las existentes, pero cualquier actuación debe ir encaminada a que el esfuerzo en el pago de impuestos esté compensado. Para lograrlo hay muchas vías de actuación: controlar el fraude, tratar igual a todas las rentas independientemente de su fuente, evitar beneficios fiscales que erosionan la capacidad recaudatoria y la justicia del diseño, pero sobre todo diseñar un sistema impositivo coherente e integral, no acudir a pequeñas modificaciones.   

P. El gasto público también es una potente herramienta redistributiva. ¿Cree que el aumento de la desigualdad está más relacionado con políticas de austeridad o con reformas regresivas del sistema tributario?

R. De nuevo la situación final depende de la desigualdad de partida y los cambios que proporciona el sistema fiscal. Al igual que la capacidad redistribuidora de nuestros impuestos es inferior a la media, también lo es la de nuestro sistema de transferencias monetarias. Además, en España, el sistema de protección social no ha impedido que las rentas más bajas sean las que más hayan sufrido las consecuencias de las recesiones. Es cierto que el gasto en transferencias monetarias tiene una gran capacidad redistribuidora (más que los impuestos), pero tampoco hay que olvidar el poder del gasto en especie: proporcionar educación es una de las políticas más igualadoras en términos de oportunidades, pero los efectos son difíciles de medir, y además las mejoras en la distribución se producen en el largo plazo.

P. ¿Qué opina sobre la fiscalidad al 1% de la población que acumula dos tercios de la riqueza generada? ¿Se debería aumentar de forma importante la fiscalidad para este colectivo? ¿De qué manera?

R. El fenómeno de la acumulación de cada vez mayor de renta y riqueza en menos manos plantea un descontento social. Sin que haya nada de ilícito en que haya gente rica, cuando las personas más afortunadas, o más emprendedoras, o con más talento, no contribuyen con el mismo esfuerzo que el resto, se plantea un problema de injusticia. Además, los impuestos, por una razón de suficiencia de recursos, no deberían dejar escapar ninguna fuente de renta y riqueza, y por una razón de justicia, hacerlo exigiendo el mismo esfuerzo a todos. ¿Qué sentido tiene exigir menos allá donde se puede sacar más? Gravar menos al 1% mejor situado es injusto, genera pérdida de recaudación e incrementa el descontento. Pueden crearse figuras nuevas que solucionen el problema del desigual esfuerzo en el pago de impuestos, pero también pueden solucionarse con las existentes. Lo importante es que la proporción que se detraiga de los mejor situados vía impuestos se acreciente a medida que crezca la renta o la riqueza.

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