La carga excesiva de trabajo en relación con la presión de tiempo, o intensidad del trabajo, puede regularse, como demuestra el caso danés

OSCAR PÉREZ ZAPATA, GLORIA ÁLVAREZ HERNÁNDEZ Y ARTURO LAHERA SÁNCHEZ
¿Trabajamos cada vez más? Difícil de responder. Hay que empezar por discutir qué entendemos por más: ¿Nos referimos a trabajar remuneradamente más horas, a más esfuerzo en las mismas horas o a las dos cosas? Ni siquiera la primera es fácil de contestar: los cambios en el mundo del trabajo dificultan calcular las horas de trabajo que hacemos en total (dentro y fuera del espacio y tiempo de trabajo remunerado habitual). Sabemos menos sobre el tiempo que pasamos pensando en el trabajo cuando estamos despiertos (o dormidos); y mucho menos sobre la intensidad de ese trabajo.
Lo que sí parece claro es que discutir sobre el potencial desgaste y daño a la salud sólo desde la dimensión extensiva del trabajo (cantidad de horas) es insuficiente y no lo decimos solo nosotros. Marx se refirió en su famoso “El Capital” a la dimensión intensiva (a la intensidad de trabajo) en hasta 117 ocasiones y en la actualidad poco a poco emerge literatura especializada dedicada a la intensidad y a su aumento (la intensificación del trabajo), lo que sugiere su cada vez mayor importancia en todo tipo de organizaciones. Podríamos decir que discutir el potencial desgaste y deterioro de salud utilizando solo las horas trabajadas tendría sentido si asumiéramos que el nivel medio de intensidad de trabajo no cambia. Pero, justo lo contrario es lo que sugieren las Encuestas Europeas de Condiciones de Trabajo en las últimas décadas (EWCS 1991-2015): parece que sufrimos una intensidad de trabajo que va en aumento. En 2015, un tercio de los trabajadores y trabajadoras en España señalaban que tenían que trabajar a gran velocidad “siempre o casi siempre”, un ~80% más que en 2010. Los datos más recientes no son más optimistas: en 2021 (con la última encuesta europea EWCTS 2021, que rompe la serie por algunos cambios metodológicos) casi la mitad de los trabajadores y trabajadoras de este país dicen tener que trabajar a gran velocidad “siempre o a menudo” (ver figura).

En el mismo sentido, el módulo específico de la Encuesta de Población Activa de 2020 destaca la estrecha relación entre la carga de trabajo, su intensidad y la salud mental: los trabajadores y trabajadoras en España señalan que “las presiones de tiempo o sobrecarga de trabajo” son el riesgo para la salud mental al que se encuentran más expuestos (32% de la población ocupada) y también el que consideran más negativo para su bienestar mental (lo señalan el 53% de las trabajadoras expuestas ). Mas aún, nuestra propia investigación a partir de la Encuesta de Salud del País Vasco de 2018 (que permite analizar de forma simultánea el impacto de un buen número de condiciones de trabajo, condiciones de vida y hábitos de vida) concluye que regular la intensidad (también medida por la rapidez con la que se tiene que trabajar) sería la intervención más efectiva para prevenir los casos de mala salud mental en el trabajo (ver en Pérez-Zapata y Álvarez Hernández (2021). Empleo, trabajo y riesgos para la salud mental: análisis y propuestas de intervención. Panorama Social nº 34, pp. 77-103).
Este contexto es el que justifica la atención que en este artículo prestamos a la pionera iniciativa de la autoridad laboral danesa (Arbejdstilsynet) que en 2020 desarrolló una orden ejecutiva sobre riesgos psicosociales en el trabajo con secciones específicas, dedicadas a cinco tipos de riesgos, entre ellos, la excesiva carga de trabajo y presión de tiempo, para la que ya se ha publicado guía (AT-vejledning 4.1.1-2, actualizada el 27 de Febrero de 2023).
Esta guía es consecuente con los principios generales de prevención que ya conocemos: empezando por tratar de evitar tanto la excesiva carga de trabajo como la excesiva presión de tiempo, que puedan suponer un riesgo para la seguridad o salud de la población trabajadora (a corto y largo plazo) y a continuación seguir las fases habituales en prevención: identificación y evaluación del riesgo, establecimiento de medidas de prevención y supervisión y verificación de la efectividad de las medidas, lo que a su vez debe seguir en un modelo de mejora continua. También destaca la necesidad de incorporar la participación de trabajadoras y trabajadores y sus representantes.
Tal y como plantea la guía, la alta carga de trabajo y la presión del tiempo pueden suponer un riesgo para la seguridad y la salud de los empleados, particularmente cuando se extienden durante un período prolongado. Si existe una alta carga de trabajo y presión de tiempo en la empresa o institución, el empleador/a debe evaluar si se está evitando de manera efectiva el riesgo para la seguridad y la salud de sus empleados. Si los riesgos se previenen de forma efectiva, una alta carga de trabajo y presión de tiempo podrían dar lugar a dinámicas positivas (que favorezcan la motivación y el desarrollo). Cuando el riesgo no se gestiona adecuadamente y se mantiene en el tiempo, los problemas para la seguridad y la salud se multiplican: problemas para dormir, para concentrarse, ansiedad, depresión, enfermedades cardiovasculares o mayor riesgo de accidentes laborales.
Alertas de los riesgos de excesiva carga de trabajo y excesiva presión de tiempo
La guía se concentra en destacar que la excesiva carga de trabajo y excesiva presión de tiempo se pueden manifestar en dos grandes tipos de situaciones: 1) una alta intensidad o ritmo de trabajo: por ejemplo, por la necesidad de cambiar de una tarea a otra, por la presencia de plazos demasiado ajustados, de tareas urgentes, por falta de tiempo para prepararse o por la simultaneidad de tareas (a su vez, hay que prestar atención a la dificultad y complejidad de las tareas, que determinan el grado de atención y concentración); 2) muchas horas de trabajo: por ejemplo en jornadas demasiado largas, en la necesidad de tener que trabajar fuera del horario habitual, de trabajar horas extras y/o en la necesidad de tomarse días libres con frecuencia.
De cara a la identificación de las excesivas carga de trabajo y presión de tiempo, la guía sugiere prestar atención a los siguientes identificadores del nivel organizativo: tareas importantes que no se estén realizando; plazos importantes que no se estén cumpliendo; nivel de servicio y calidad que no se esté alcanzando; errores; críticas al trabajo realizado por parte de la dirección, los compañeros, clientes, socios, …; conflictos o problemas de colaboración dentro o fuera de la empresa; empleados que no tengan tiempo para tomarse descansos; empleados que trabajen muchas horas; accidentes o incidentes laborales; altos niveles de bajas por problemas de salud o alta rotación de personal.
Y también a indicadores de nivel individual: dificultad para concentrarse, problemas de memoria, falta de visión general, disminución del estado de ánimo e irritabilidad, sensación de no estar a la altura, tendencia al aislamiento, dificultad para desconectar mentalmente del trabajo, problemas para dormir, falta de energía para actividades fuera del trabajo.
Medir los riesgos de excesiva carga de trabajo y presión de tiempo
Respecto a la evaluación de los riesgos, la guía destaca que cuando no se previene de forma efectiva emergen hasta tres situaciones de riesgo que se ligan con una insuficiente recuperación física y mental. La recuperación se refiere a pausas y periodos de descanso para relajarse física y mentalmente durante la jornada y/o entre jornadas; pero también a la planificación y organización de las distintas tareas de forma que se rote entre tareas más y menos intensificadas.
Situación 1: Recuperación insuficiente por la intensidad a lo largo de las horas de trabajo. Es necesario medir el ritmo durante el día, la semana y durante cuánto tiempo ha estado ocurriendo. Y hay que evaluar en qué medida se produce una recuperación suficiente en forma de descansos o mediante variación entre tareas más y menos intensas.
Situación 2: Recuperación insuficiente debida a muchas horas de trabajo. En este caso también hay que medir el número de horas que se trabaja al día, a la semana y durante cuánto tiempo ha estado ocurriendo. También hay que medir si se está produciendo una suficiente recuperación entre días laborables.
Situación 3: Recuperación insuficiente ligada a un ritmo de trabajo tan alto que puede dar lugar a accidentes. Se produciría tanto por trabajar a un ritmo demasiado elevado como porque los empleados están cansados debido a una recuperación insuficiente. El riesgo de accidente aumenta porque se pasan por alto situaciones peligrosas o porque los empleados no tienen tiempo suficiente para tomar las medidas necesarias para prevenir los accidentes.
La guía también apunta factores agravantes como el ruido, unas altas exigencias de atención y concentración, un alto grado de dificultad de la tarea, la responsabilidad por otras personas o valores, las altas exigencias emocionales por trabajar con personas o exigencias poco claras y contradictorias.
Prevención de los riesgos de excesiva carga de trabajo y presión de tiempo
En lo que se refiere a recomendaciones de prevención, la guía se concentra en proponer medidas referidas a cuatro aspectos generales: 1) la planificación y organización del trabajo, donde el mayor número de medidas propuestas sugiere un importante espacio de mejora; 2) la formación para una adecuada realización del trabajo; 3) el apoyo instrumental de la dirección y compañeros y compañeras; 4) la influencia en la realización del trabajo.
Respecto a la influencia en la realización del trabajo, se detalla la importancia de que los trabajadores tengan la oportunidad de influir en los métodos y la carga de trabajo, el orden y el ritmo de ejecución de las tareas; la involucración en la planificación y organización del trabajo, y la distribución de tareas; la realización de reuniones periódicas en las que discuta la cantidad de tareas, los requisitos y el tiempo disponible para llevarlas a cabo; una organización del trabajo que también permita a los empleados influir sobre cómo y cuándo tienen que ejecutar las tareas; y finalmente la involucración de los empleados en la planificación e implementación de los cambios organizativos.
Todo apunta a que, cada vez más, el trabajo conlleva una excesiva carga de trabajo y una gran presión de tiempo, que por separado y/o en combinación con deficiencias en otro tipo de recursos (e.g. apoyo social, influencia …), suponen un riesgo para la seguridad y la salud, también y especialmente para la salud mental.
La investigación sugiere que para promover una mejor salud mental en el trabajo es necesario regular tanto la dimensión extensiva (las horas que trabajamos) como, muy especialmente, la intensiva (el ritmo, la intensidad con la que trabajamos), pero hay poca experiencia sobre lo segundo, específicamente sobre la prevención de los desequilibrios ligados a la excesiva carga en relación con la presión de tiempo. Confiamos en que la aplicación de esta pionera guía de la autoridad danesa contribuya a regular la creciente intensidad de trabajo, que, todo indica, sería la intervención más urgente para reducir la mala salud mental de todo tipo de trabajadores y trabajadoras.