“Los sindicatos pueden considerarse pioneros en la cooperación internacional para el desarrollo”

 En el día de la Justicia Social, hablamos con Ofelia de Felipe, responsable de proyectos del Instituto Paz y Solidaridad de la Fundación 1° de Mayo, sobre el papel de las organizaciones sindicales en la cooperación para el desarrollo

LAURA VILLADIEGO

La cooperación internacional para el desarrollo es un mecanismo relativamente reciente. No sería hasta después de la II Guerra Mundial, con la creación del Plan Marshall para la recuperación de Europa, que se establecería el primer gran programa internacional para ayudar a los países afectados por la guerra a recuperarse económicamente. Con la descolonización estos instrumentos se extendieron a otros países y continentes hasta convertirse, hoy en día, en una de las principales herramientas para eliminar las diferencias entre países y para promover unas condiciones de vida justas y decentes en cualquier lugar del planeta. 

Sin embargo, la cooperación internacional en realidad nació mucho antes de la mano del movimiento sindical, que ya en 1864 creó la Asociación Internacional de Trabajadores. Así, la ‘solidaridad internacional’ fue, desde el primer momento, uno de los elementos característicos del sindicalismo, una seña de identidad que permanece hoy en día. En el día de la Justicia Social, hablamos con Ofelia de Felipe, responsable de proyectos del Instituto Paz y Solidaridad de la Fundación 1° de Mayo, sobre el papel de las organizaciones sindicales en la cooperación para el desarrollo. 

P. ¿Cuál ha sido el papel histórico de las organizaciones sindicales en la cooperación para el desarrollo?

R. Independientemente de la forma que adopten y de su ámbito geográfico o incluso funcional, los sindicatos también son agentes de la cooperación para el desarrollo. Lo son incluso desde antes de que existiera formalmente la cooperación para el desarrollo, en el sentido de que su labor se realiza desde el siglo XIX, en el contexto del surgimiento de las internacionales obreras o de la creación de organismos multilaterales de carácter tripartito (gobiernos, empresas y trabajadores) como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), creada en 1919 y que posteriormente se convirtió en organismo especializado de las Naciones Unidas (NNUU), de los pocos con capacidad normativa, como hemos resaltado en nuestro último informe sobre La Cooperación al desarrollo y papel de los agentes sindicales en la consecución de la Agenda 2030

Las organizaciones sindicales tienen una larga experiencia en el campo de la cooperación internacional. Su enfoque ha transitado desde un concepto de solidaridad internacionalista, en el que la cooperación jugaba un papel importante, tanto en la definición de una agenda común como en la articulación de una forma supranacional de actuar, a uno de desarrollo y de derechos que se ha ido diseñando en paralelo a las principales políticas de cooperación y que, desde 2015, se alinea con la Agenda 2030, tal y como apunta Félix Ovejero, adjunto a la Secretaría de Internacional, Cooperación y Migraciones de CCOO y responsable de las Américas y de Cooperación Internacional para el Desarrollo. 

P. ¿Cuál es su principal papel hoy en día?

R. Los sindicatos son actores sociales que participan activamente en la cooperación para el desarrollo mediante programas y proyectos en áreas centrales vinculadas a su naturaleza y conocimiento específico. Lo hacen, además, desde un enfoque de derechos, pues son estos los que permean el fundamento de sus acciones y dotan de coherencia su participación. En cierta medida, ya sea consciente o inconscientemente, los sindicatos pueden considerarse pioneros, en el sentido de que, ahora que todos los sectores económicos empiezan a mirar hacia el desarrollo humano sostenible, desde su inicio los sindicatos seguían la lógica contraria: realizaban su labor partiendo de la perspectiva del desarrollo humano sostenible y la plena realización de los Derechos Humanos (DDHH) de las personas trabajadoras y, por extensión, de todos los seres humanos. Quizás por ello hayan sido de los actores que hayan abrazado con mayor facilidad la Agenda 2030, encontrando formas de participación no sólo en el octavo Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS), dedicado al trabajo decente y al crecimiento económico, sino comprendiendo el carácter holístico de la Agenda 2030 y el papel fundamental de los sindicatos de manera transversal. 

Uno de los objetivos de la cooperación internacional sindical es luchar contra la vulneración de los derechos laborales y de asociación que se constata en un gran número de países. En ese sentido, la defensa de los trabajadores/as y el fortalecimiento sindical siguen siendo los principales objetivos de la cooperación sindical. Las organizaciones sindicales desempeñan un papel decisivo en el desarrollo de los países. Su fortaleza, su forma de organización, su independencia y autonomía, así como su capacidad de propuesta, negociación y movilización, son factores que han determinado (y determinan) su importancia en la configuración y articulación del modelo de convivencia social. En este sentido, y cito de nuevo el trabajo de Félix Ovejero, “la acción de las confederaciones sindicales cubre los ámbitos principales de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030: el socioeconómico (particularmente, el ODS 8: “trabajo decente y crecimiento económico”), el medioambiental, el de las relaciones entre el sector público y el privado y el de la cooperación al desarrollo”. 

P. ¿Por qué apenas se reconoce la labor fundamental que desarrollan los sindicatos en la cooperación para el desarrollo?

Existe un desconocimiento generalizado de la labor de acción sindical internacional, menos aún en cuanto a cooperación se refiere. No se percibe la cooperación al desarrollo como un eje de actuación sindical, y desgraciadamente esta percepción es generalizada no solo en el sector de las ONGD, amplias conocedoras de las diversas formas de cooperación existentes, sino también entre las instituciones y por supuesto en la sociedad en general. Se intuye además cierta desconfianza que puede venir generada por la amplia dimensión y complejidad de la estructura sindical, cuya base social (su afiliación y la figura del y la delegada sindical) numéricamente multiplican la posible base social que puedan tener las ONGD más grandes. Otro desafío que se afronta en este ámbito es el de mejorar nuestra comunicación. Realizamos muchas acciones de cooperación internacional, y sin embargo, se conocen poco. Por ello en esta nueva etapa de la Fundación 1º de Mayo, se ha visto como un elemento crucial la necesidad de fortalecer la comunicación. Por último, pero no menos importante, en la Década de Acción por los ODS, ya casi en su ecuador, apostamos por la construcción de alianzas estratégicas más sólidas, con actores de la sociedad civil, universidades y agentes de la economía social. 

P. Hoy se celebra el Día de la Justicia Social. ¿Qué papel tienen los sindicatos a la hora de conseguir esta justicia social?

R. La ONU crea el Día Mundial de la Justicia Social en el año 2007. Este año el lema es “Superar barreras y desbloquear oportunidades para la justicia social”. Para lograrlo, es necesario fomentar el diálogo entre los Estados, los interlocutores sociales, la juventud, la sociedad civil, y otras partes interesadas sobre las medidas necesarias para fortalecer el contrato social fracturado por el aumento de las desigualdades, los conflictos y el debilitamiento de las instituciones destinadas a proteger los derechos de personas trabajadoras. Porque, como resalta Naciones Unidas (NNUU), a pesar de estas múltiples crisis, hay muchas posibilidades para construir una coalición en favor de la justicia social y desencadenar mayores inversiones en empleos dignos, con especial atención a la economía verde, digital y del cuidado, y a la juventud. 

El SG de la OIT, Guy Ryder, ya resaltó en el 2022 que las divisiones económicas han aumentado las desigualdades, y por lo tanto hay mayor demanda de justicia social. El impacto negativo ha sido más fuerte sobre jóvenes , mujeres, personas migrantes, pequeñas empresas…se trata de una cuestión de voluntad y decisión política, la respuesta debe estar centrada en las personas y en el planeta. En cuestión de prioridades la OIT y las organizaciones sindicales identifican la formalización de la economía informal, donde todavía se encuentran un 60% de personas trabajadoras en el mundo. Otra prioridad es la protección social universal, la promoción del trabajo decente y un desarrollo sostenible e inclusivo apostando por una transición justa hacia una economía global neutra en carbono. Una cooperación más fuerte y sobre todo más coherente es una herramienta necesaria para lograrlo. Hay muchas hojas de ruta muestran el camino, la Agenda 2030 de las NNUU, los distintos llamados de la OIT hacia una recuperación justa, sostenible e inclusiva. 

Los sindicatos reivindican y apuestan por una fiscalidad justa para proveer a los Gobiernos con los ingresos vitales que necesitan; e iniciativas para apoyar a los más pobres y más vulnerables. El desarrollo de un piso de protección social a escala mundial, destinado a promover el crecimiento inclusivo y proporcionar una seguridad de ingresos, es una de las piedras angulares del programa de la Confederación Sindical Internacional (CSI) para garantizar la justicia social y crear una demanda económica. Así, como ha recalcado la CSI, el establecimiento de normas mínimas nacionales en el ámbito de salarios así como el acceso generalizado a la salud, la educación y otros servicios vitales, será la clave para sacar a millones de personas de la pobreza y para frenar la erosión de los niveles de vida. Este proceso, algo que también destaca la CSI, debe ir acompañado de un respeto genuino por los derechos de las personas trabajadoras a una representación sindical y a la negociación colectiva para revertir los crecientes niveles de desigualdad en todo el mundo.

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