Dossier: Organización del tiempo de trabajo
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ALFONSO CALERA Estas cifras sólo son la punta del iceberg. Los horarios atípicos, los turnos o el trabajo nocturno afectan al 15,7 % de los trabajadores españoles. Mientras se reivindica la jornada de 35 horas semanales, este tipo de horarios ha aumentado de forma notable sin tenerse en cuenta que la ordenación del tiempo de trabajo es un aspecto que ejerce una enorme influencia sobre la salud global de los trabajadores. A lo largo de los años noventa se han ido instaurando nuevas condiciones de trabajo con el objetivo de aumentar la productividad y rentabilidad de las empresas. Ha aumentado la precariedad, las plantillas se han ido reduciendo al mismo tiempo que se incrementa la productividad empresarial el trabajo se hace cada vez más intenso- y se ha flexibilizado y diversificado la ordenación del tiempo de trabajo. En España más del 14% de las personas trabajan a turnos; de este porcentaje un 4,4 % lo hace en turnos de mañana y tarde y un 6 % en turnos de mañana/tarde/noche. El porcentaje de trabajadores que realizan turnos, incluido el de noche, más los trabajadores fijos de noche es del 7,4%. A estos datos de la IV Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo, hay que añadir el trabajo en sábados y domingos, los horarios irregulares o flexibles, las modificaciones en la duración de la jornada o de las vacaciones. |
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Turnos y nocturnidad Las proyecciones indican que en los próximos años, aproximadamente un 50% de la población activa mundial trabajará a turnos (en Singapur, la proporción actual de trabajadores en turnos alcanza ya al 40 % de la población activa). Aunque se sabe que este sistema de trabajo es negativo para la salud, los intereses económicos prevalecen, una vez más, sobre el bienestar de las personas. En forma creciente nuestra sociedad evoluciona como una 'sociedad de 24 horas'. Así, el sistema de turnos se extiende a muchos sectores productivos no por motivos sociales ni por necesidades tecnológicas, sino fundamentalmente por conseguir un mayor beneficio y una amortización rápida de las inversiones. El trabajo a turnos exige mantener al organismo activo en momentos en que necesita descanso y a la inversa. Además, los turnos colocan al trabajador y la trabajadora fuera de las pautas de la vida familiar y social. Todo ello provoca un triple desajuste entre el tiempo de trabajo, el tiempo biológico y el tiempo social. El organismo humano incorpora multitud de relojes biológicos que a lo largo de millones de años han ido evolucionando paulatinamente en sintonía con los ritmos y ciclos de la naturaleza en lo que se conoce como ritmo circadiano (alrededor de 24 horas). Sabemos que nuestro organismo no tiene la misma estabilidad durante todas las horas del día, que por la noche se produce una disminución de las capacidades físicas y mentales, que la memoria a largo plazo disminuye durante la noche y mejora progresivamente a lo largo del día, que en unos momentos del día la rapidez de nuestras respuestas es máxima mientras que en otros producimos respuestas más lentas. Se sabe también que el tono muscular, la frecuencia cardíaca, la temperatura corporal, la frecuencia respiratoria, experimentan variaciones a lo largo de la jornada. En general, se puede decir que nuestro organismo está 'biológicamente programado' para estar activo de día y descansar de noche, por lo que el trabajo nocturno debe considerarse antinatural. Los turnos no inciden por igual en todos los sectores, predominan en la rama química, metal y servicios, mientras que los porcentajes más bajos se encuentran en construcción, administración y banca. Los trabajadores que en mayor medida trabajan a turnos son los de las empresas de trabajo temporal (43,1%). Intensificación del trabajo y horarios flexibles Según el último informe de la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y del Trabajo, el trabajo se hace cada vez más intenso. Más del 50 % de los trabajadores realizan su labor a un ritmo elevado y con plazos muy justos determinados cada vez más por las exigencias de los clientes. Para hacer frente a la competitividad se produce más en menos tiempo con menor número de trabajadores o se prolonga la jornada. Progresivamente se han ido perdiendo los 15 minutos de descanso reconocidos en el Estatuto de los Trabajadores para jornadas continuadas de más de 6 horas o se han llegado a 'vender' por 200 pts/día en determinados convenios. Aparecen las actividades con jornadas fraccionadas sobre todo en los servicios- con horarios discontinuos a lo largo de un período de tiempo superior a las 12 horas al día. En el sector del transporte son frecuentes las jornadas de 14 horas y las semanas llegan a ser de 50 horas en el calzado, un sector que en los últimos 15 años ha duplicado la producción mientras descendía a la mitad el número de trabajadores legales (y todo ello sin grandes innovaciones tecnológicas). Con las nuevas tecnologías se ha comprimido el tiempo y el espacio. La ingente cantidad de información instantánea que llega a lo largo del día, sobre todo a quienes hacen uso de ordenadores, el correo electrónico o el teléfono, han acelerado los ritmos laborales y han dado pie al trabajo por objetivos o al teletrabajo, ¡ya no hay horario!. Otro aspecto es la prolongación voluntaria de la jornada sin compensación económica que declaran realizar el 24,3 % de los entrevistados en la Encuesta Nacional ya mencionada. Aquí lo que cuenta son los objetivos a alcanzar con independiencia del tiempo que se necesite. Sutiles presiones sobre los trabajadores: 'así harás carrera', 'valoramos tu dedicación', 'tu esfuerzo supondrá un contrato fijo'. En la Banca Privada puede alcanzar una media de 2 a 3 horas diarias llegando a convertirse en una costumbre tal que 'hay que pedir permiso para no ir una tarde fuera del horario laboral'. Fatiga, horarios y accidentes de trabajo Un reciente comunicado de la Comisión de las Comunidades Europeas de marzo del 2002 sentencia que 'los cambios en la organización del trabajo, especialmente las de organización de la jornada laboral y una gestión de los recursos humanos más individualizada y orientada hacia un rendimiento obligatorio, tienen una profunda incidencia sobre la salud en el trabajo o, en términos más generales, sobre el bienestar en el trabajo'. La fatiga excesiva durante el turno de trabajo, en especial durante el trabajo nocturno ha merecido un editorial en una de las revistas de más prestigio en medicina, The Lancet. En él se afirma que en el turno nocturno los accidentes son más graves y que aumentan al final de la semana laboral. También se sugieren limitaciones en el trabajo nocturno, en especial cuando pueda haber un riesgo para el público, como en el caso del transporte o la energía nuclear. Otros estudios encuentran un aumento significativo en la frecuencia de las lesiones por accidente al pasar del turno de mañana al de tarde y al de noche o aportan pruebas claras de que la seguridad se reduce durante el trabajo nocturno. Un 17,4% de los trabajadores españoles identifican la fatiga como una de las tres primeras causas que intervienen en los accidentes de trabajo. Los accidentes de tráfico 'in itinere' son motivo de preocupación creciente. A la fatiga ocasionada por las condiciones de trabajo se añade el tiempo empleado en ir al trabajo y volver. Casi la mitad de los trabajadores europeos emplean en estos desplazamientos entre 20 y 60 minutos y un 23 % más de 60 minutos. Productividad o salud Difícil se presenta la acción sindical frente a los problemas que la intensificación del trabajo genera en la salud y el bienestar cuando los objetivos económicos, en el actual contexto de globalización, son claramente de maximizar la productividad disminuyendo los costes laborales. La propia Unión Europea que alerta sobre el impacto de la organización del trabajo en la salud, apuesta, al mismo tiempo, por políticas económicas y de empleo que permiten la máxima flexibilidad en la organización de los tiempos de trabajo. Sin embargo, habrá que empezar por no considerar
'normales' formas de organizar el trabajo que atenten tan claramente
como las descritas contra la salud de las personas y habrá que reivindicar que
la salud laboral no sea un asunto al margen de las políticas de empleo. Si no
tenemos esto claro, se nos estarán colando por la puerta falsa modificaciones
sustanciales de las condiciones de trabajo que comprometen de forma grave el
bienestar de los trabajadores.
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