Un equipo de investigadores pertenecientes a distintas instituciones especializadas en medicina del trabajo acaba de publicar un artículo en la revista Medicina y Seguridad en el Trabajo que revisa la investigación existente sobre la exposición a tóxicos en el colectivo de bomberos. Estos autores concluyen que se dan tasas superiores de cáncer de próstata y testículos relacionadas con la contaminación de los equipos de protección. En este artículo resumimos los aspectos más relevantes de su investigación.
Desde hace décadas existe una preocupación sobre la relación entre la actividad de los bomberos y el cáncer. De hecho, CCOO ha desarrollado un trabajo pionero en este sentido en lo que se refiere a exigir medidas preventivas como la descontaminación de los equipos. Diversos tumores malignos han sido relacionados con esta profesión. Recientemente, un equipo de investigadores españoles se planteó, como primer objetivo, revisar la investigación existente para determinar si los equipos de protección de bomberos suponen una fuente potencial de intoxicación durante o después de la intervención en el incendio. Un segundo objetivo de su trabajo era revisar la evidencia existente hasta el momento en cuanto al riesgo de padecer cánceres de testículo y próstata entre el colectivo de bomberos.
Los investigadores localizaron 310 artículos publicados en revistas de prestigio internacional y de ellos analizaron en profundidad 41 investigaciones diferentes, de las cuales 20 se correspondían con los objetivos del estudio y fueron tenidas en cuenta. De estas investigaciones, 11 evaluaban la exposición tóxica y la contaminación de los equipos, y 9 la prevalencia del cáncer de testículo y próstata. Entre estos 9 se encuentran 5 estudios de cohorte con poblaciones muy grandes de bomberos profesionales. Por ejemplo, un estudio realizado en 2006, con 34.796 bomberos profesionales del estado de Florida (EEUU) u otro realizado en 2012 con 33.416 trabajadores de emergencia varones, de los cuales el 84,6% eran bomberos y el resto no. O en 2014, un estudio realizado en Suecia, Finlandia, Noruega, Dinamarca e Islandia con un total de 16.422 bomberos entre 30 y 64 años.
Una primea conclusión de su trabajo es que los estudios sobre exposición a tóxicos, algunos de ellos realizados en condiciones experimentales, permiten afirmar que los compuestos orgánicos volátiles más frecuentes en la atmósfera de los incendios son cancerígenos o probablemente cancerígenos: el benceno y el 1,3-butadieno (clase 1 según la IARC), naftaleno y estireno (clase 2B), y que estos se asimilan por la piel incluso en zonas protegidas por los equipos de protección. En varios de los estudios analizados se han encontrado metabolitos en orina de los bomberos expuestos que indican que los tóxicos han penetrado en el organismo a través de la piel, dado que la vía respiratoria estaba protegida durante el incendio. Otros estudios han mostrado contaminación en la piel de los bomberos en zonas protegidas por la ropa como son el pecho y el dorso, lo que indicaría que la falta de aislamiento completo de los equipos favorecería el acceso de los tóxicos a la piel de los bomberos. Otros estudios han mostrado que los trajes nuevos desprenden más formaldehído que los viejos, concluyendo los investigadores que se trata de la fibra empleada en la fabricación de los trajes y sugiriendo que los bomberos no solo se van a exponer a los compuestos que se generan en un incendio, sino a algunos que se desprenden de sus trajes por las condiciones del incendio. Los investigadores señalan que las condiciones de absorción en la vida real serán mucho mayores, ya que la mayoría de estudios experimentales trabaja con exposiciones de 15-30 minutos, mientras que las intervenciones reales pueden durar horas.
En cuanto al mayor riesgo de contraer cáncer de testículo y de próstata en el colectivo de bomberos, el metaanálisis realizado por estos autores indica que para las dos patologías la asociación estadística es significativa para este colectivo profesional: es decir, que se dan más casos de cáncer que entre la población normal y a edades más tempranas en el caso del cáncer de próstata. Una mayor incidencia que los autores asocian a la exposición a tóxicos que se podría ver agravada por el trabajo a turnos que altera los ritmos circadianos y que la IARC ha de- signado como exposición carcinogénica del grupo 2A.