La evidencia científica es concluyente: la exposición a cancerígenos de los bomberos urbanos es innegable, los equipos no se descontaminan y los químicos penetran a través de la piel. La prueba es que sus metabolitos se encuentran en la orina de los bomberos. Este relato exige matices, claro está, pero las Administraciones públicas miran hacia otro lado; siguen sin evaluar los riesgos y mucho menos los previenen.
El portavoz de la Coordinadora Estatal de Bomberos de CCOO, José María Monzón, proporciona una imagen muy gráfica para saber qué está pasando: "La creencia es que nuestros trajes nos convierten en supermanes y no es así. Es evidente que estamos expuestos a cancerígenos, pero la Administración mira hacia otro lado porque prevenir tiene costes". Carlos Sánchez, delegado de prevención en el Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid, relata una situación kafkiana que sin embargo se da en la mayoría de los parques de bomberos que han tenido el privilegio de contar con una evaluación de riesgos:
"En Madrid, después de mucho insistir, se han evaluado los riesgos en la mayoría de los parques de bomberos, pero solo aquellos riesgos a los que estamos expuestos cuando permanecemos dentro del parque de bomberos o en el vehículo, obviando por completo cualquiera de nuestras actividades, ni maniobras, ni por supuesto intervenciones. Lo más grave es que tanto el servicio de prevención propio como los representantes del Ayuntamiento afirman que no van a evaluar los riesgos a los que nos exponemos en el desarrollo de nuestras actividades porque ya están recogidos en los procedimientos de seguridad, es decir, en unas guías de acción que han elaborado personas sin conocimiento ni competencia en materia de salud laboral. Se supone que un bombero que está diseñando un operativo va a conocer los riesgos laborales, por ejemplo, de exposición a cancerígenos y los va a minimizar", explica Carlos.
Carlos expone el caso de una intervención reciente en la que se sabía que en el edificio había amianto: "Se armó un revuelo enorme porque no podían negar que nos estábamos exponiendo al amianto "directamente relacionado con el cáncer de pleura" sin ningún protocolo de protección. La reacción del Ayuntamiento fue realizar una vigilancia de la salud a todo el operativo. Es decir, se hace una vigilancia de la salud sobre un riesgo que ni está reconocido, ni evaluado, ni prevenido. Es surrealista", concluye este bombero, miembro también de la Coordinadora Estatal. La negligencia se extiende a otros trabajadores: "Los equipos que habían estado expuestos a amianto se llevaron a lavar sin adoptar ninguna medida especial", remata Carlos.
En el aeropuerto de Barajas está Ismael Abeitua, otro delegado de CCOO que plantea un caso particular y relevante de exposición a riesgo químico: "Nosotros actuamos con espumas o con polvo químico seco en lugares como un almacén de carga de un aeropuerto que contiene mil productos diferentes. Desconocemos qué efectos se producen cuando las espumas entran en interacción con esos productos. A veces notamos un sarpullido o una irritación, pero si hay algo más no lo sabemos. Hemos actuado con mucho desconocimiento. Yo he pasado 25 años sin ponerme guantes para revisar el material y ahora me los pongo, porque la realidad es que no sabemos a qué estamos expuestos", afirma Ismael.
Víctor Monzón es delegado sindical de CCOO en el Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, un operativo que actúa muchas veces en el puerto de Las Palmas, en diferentes incidentes (incendios, derrames, etc.) con barcos que contienen todo tipo de productos: "Salimos de las intervenciones con los trajes empapados de todo tipo de sustancias y esos equipos no se descontaminan. Hay compañeros que han de cambiar de turno y meten el equipo en sus coches o se los llevan a lavar a casa poniendo en riesgo también a su familia. Poco a poco les vamos concienciando, pero es una labor en la que los sindicatos estamos solos porque nuestros jefes y la Administración practican una especie de negacionismo. No se quiere admitir lo evidente. Yo no digo que el riesgo pueda desaparecer del todo, pero sí se puede minimizar, y eso es lo que pedimos", concluye Víctor Monzón.
La prueba de que los riesgos se pueden minimizar la ofrece José Pedro Aranda, delegado sindical en el servicio de bomberos de la Comunidad de Madrid que ha participado, en representación de CCOO, en varias reuniones anuales de la Federación Europea de Servicios Públicos (EPSU): "La falta de reconocimiento que se da en España no se da en otros lugares de Europa y tampoco en Canadá o en EEUU. En EEUU hubo un momento de inflexión con el atentado a las Torres Gemelas. Entre los 20.984 profesionales que estuvieron varios días actuando en la zona del atentado (bomberos, sanitarios, policías), en 2011 se habían detectado unos 1.000 casos de cáncer y en 2016 han desarrollado cáncer 4.692 de ellos, más de un 22%. Han fallecido por cáncer 124 bomberos de los que intervinieron. La realidad se ha impuesto y hay estados en los que se han reconocido hasta 12 tipos de cáncer como enfermedad profesional de los bomberos".
"En Europa "explica Aranda", Suecia es el país más avanzado y hace unos años desarrolló una metodología de trabajo para aislar y descontaminar los equipos en los parques de bomberos después de cada intervención. En Bélgica han puesto a prueba diferentes métodos de descontaminación. En España estamos a años luz de ellos. Para empezar los equipos no se descontaminan, simplemente se llevan a lavar, a veces una sola vez a lo largo de un año". No todo son riesgos químicos, también hay problemas de seguridad muy evidentes que podrían ser evitados, y riesgos biológicos que han dado lugar a un caso especialmente grave en Las Palmas de Gran Canaria. Llama la atención, en relación a la seguridad, que ni tan siquiera en los vehículos se produzcan avances: "En el Ayuntamiento de Madrid, el servicio de prevención ha determinado en su evaluación de riesgos que el hecho de que los coches de bomberos no lleven cinturón de seguridad es un riesgo tolerable. ¿Por qué "tolerable"?, porque si lo califican de intolerable el Ayuntamiento debería adaptar los vehículos y eso cuesta dinero. La evaluación de riesgos se supedita a los intereses económicos", explica Carlos Sánchez.
Bomberos industriales: subcontratación y precariedad
Disponer de un servicio propio de bomberos supone un ahorro importante en las primas de seguros de las grandes industrias, pero las empresas han encontrado la vía para precarizar estos puestos de trabajo vía la subcontratación. La exposición a riesgos psicosociales de esos trabajadores de las subcontratas, que tienen la categoría de auxiliares, cobran sueldos muy bajos y se ven obligados a intervenir en situaciones de alto riesgo, es especialmente grave. Un bombero con años de experiencia en una importante industria automovilística que prefiere mantener el anonimato relata este suceso: "Mi empresa ha subcontratado a una compañía de seguridad que contrata a personal auxiliar para hacer las mismas funciones que antes hacíamos los bomberos de plantilla en situaciones muy peligrosas, por ejemplo, lugares confinados o naves llenas de productos químicos. La plantilla de la empresa se cree que está protegida porque ese personal lleva los mismos trajes que llevábamos nosotros, pero su preparación no es la misma. Me he encontrado con casos en que estos trabajadores, conscientes de que su categoría de auxiliares no les permite hacer ciertas cosas, se han negado a intervenir por miedo a las responsabilidades penales. ¿Te puedes imaginar la angustia que siente ese chaval en el momento en que se da cuenta de que no puede intervenir?" Los bomberos que sí tienen capacitación, para que no molesten este proceso de subcontratación y precarización, están siendo apartados de sus funciones.