8M y un sueño por cumplir: nuestros centros de trabajo siguen siendo desiguales

Aún son necesarios muchos cambios para asegurar que las mujeres trabajadoras tienen las mismas condiciones de trabajo y salud

MONTSE LÓPEZ BERMÚDEZ

Esta noche has tenido un sueño:  

Año 2050, te levantas el 8 de marzo y te diriges a tu centro de trabajo, cotilleas tu agenda: a las doce de la mañana asamblea; por supuesto, esta tarde acudirás a la manifa, a las siete en punto allí estarás, con tu camiseta violeta. Observas, sientes y sabes que ya nada es como antes.  

La compañera Carmela es la tercera mujer que asciende a supervisora de producción, el nuevo convenio introduce mejoras en la jornada de trabajo que reducen el conflicto trabajo-familia, que cada vez más disfrutan los compañeros, en el Comité de Seguridad y Salud se discute sobre la distribución de los trabajadores y las trabajadoras en los puestos de trabajo, el protocolo de acoso sexual no se ha puesto en marcha desde hace 5 años  porque no ha habido ningún caso, se han mejorado las condiciones de todos los puestos de trabajo y eso se nota en los datos de accidentes y enfermedades. ¡¡Enfermedades profesionales!! Sí, ahora sí, las mujeres somos visibles!!

La realidad actual es otra.

Desgraciadamente, te despiertas. ¿Qué desearías que hubiera pasado en estos 30 años? ¿Qué reivindicaciones desearías que se hubieran cumplido?

Son necesarios muchos cambios y avances para que el 8 de marzo de 2050 no tengamos nada que reivindicar y que, por tanto, se haya conseguido de forma real, frenar las desigualdades de género en las condiciones de trabajo y de la salud.  

Empezamos por los daños. El informe “Análisis de las estadísticas de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales en España en 2022”, realizado por la Secretaría Confederal de Salud Laboral y Sostenibilidad Medioambiental de CCOO, aporta datos relevantes.

Los accidentes de trabajo (AATT) tienen un marcado perfil masculino, pero las mujeres sufren más accidentes in itinere. Un 69% de los accidentes en jornada lo sufren los hombres, porcentaje que se incrementa a medida que aumenta la gravedad, alcanzando el 94% de los mortales. En cambio el 53% de los AATT con baja in itinere corresponde a mujeres. Esta mayor exposición puede ser debida al mayor porcentaje de mujeres con contratación a tiempo parcial, que les obliga, para mantener su nivel de ingresos, a compaginar varios empleos, aumentando el número de desplazamientos en una misma jornada. Además, son las mujeres trabajadoras las que asumen en mayor medida las tareas de cuidados de la familia y el hogar, aumentando el número y la duración de sus desplazamientos y, por tanto, la exposición al riesgo in itinere. 

Las enfermedades profesionales (EEPP) tienen rostro de mujer. Desde 2013 se observa como éstas afectan de manera más intensa a las trabajadoras. La duración media de los partes cerrados de EEPP ha aumentado de los 60 días en 2012 a los 105 días en 2021. Este fenómeno es más intenso en las mujeres, con una duración media de 112 días en 2021 frente a los 99 días de los hombres. Desde 2013 se ha producido un incremento de la duración media de los procesos de incapacidad de las mujeres, que transcurre en paralelo al incremento proporcional del número de partes de EEPP en mujeres. 

En cuanto a las Patologías no Traumáticas Causadas o Agravadas por el Trabajo (PANOTRATSS) hubo un incremento muy importante desde la pandemia debido a la notificación de casos de COVID-19 como contingencia profesional, que el Gobierno restringió exclusivamente a los sectores sanitario y sociosanitario, sectores altamente feminizados, de ahí el porcentaje de casos mucho mayor en mujeres que en hombres.

La salud mental también afecta más a las mujeres. Siguiendo con las PANOTRATSS en el 2022 tan sólo se han comunicado 103 partes por desórdenes mentales, de los que 65 fueron de mujeres y 38 de hombres. Todas sabemos que este tipo de enfermedades relacionadas con los riesgos psicosociales no se encuentran incluidas en el cuadro de enfermedades profesionales, por lo que los daños a la salud mental no se registran como contingencia profesional en nuestro país, pese a que la evidencia científica establece la asociación entre factores de la organización del trabajo y el deterioro de la salud mental. Las condiciones de trabajo son el factor con más peso en el estado de salud mental de la población, por encima de las condiciones y hábitos de vida, según afirma el informe de la Secretaría de Salud Laboral y Sostenibilidad, apoyada por otras referencias, alcanzando un 43% para el total de la población y el 49% para las mujeres. 

Mujeres, menos y peor protegidas de los riesgos laborales 

Necesitamos hacer visibles nuestras condiciones de trabajo, los riesgos a los que estamos expuestas y cuáles son las actuaciones necesarias para mejorarlas. En varias de las encuestas nacionales de condiciones de trabajo y en los estudios de la materia, se llega a la conclusión de que se desarrollan menos actuaciones preventivas en los puestos de trabajo desempeñados por mujeres que en los desempeñados por hombres. ¡¡Estamos hablando de derechos laborales y obligaciones empresariales reguladas en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, tales como la necesidad de identificar los factores de riesgos laborales a los que se exponen plasmándolos en las evaluaciones de riesgo, a ofrecer a la trabajadora la vigilancia de la salud y a trasladar la información y formación preventiva sobre el puesto de trabajo!!

Marta Zimmerman, en el año 2009 en su análisis de los datos de la VI Encuesta Nacional de Condiciones de trabajo (ENCT) del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) para el informe Mujer y trabajo: aproximación al análisis de indicadores de desigualdad a través de metodología de encuesta, ya concluía que las actividades preventivas analizadas (la evaluación de riesgos, la formación e información y los reconocimientos médicos), fueron menos frecuentes entre las trabajadoras. 

En esta misma línea concluye el estudio Desigualdad de género en las actividades de prevención de riesgos laborales, publicado en 2015 y desarrollado a partir de los datos de la siguiente ENCT, la VII, en el que se confirmaba que el ser mujer trabajadora supone un menor acceso a la gestión preventiva y que por tanto, el ejercicio de una prevención sin perspectiva de género puede constituir, en sí mismo, un riesgo.

La última Encuesta Europea de Condiciones de Trabajo es del año 2015. Mucho tiempo ha pasado desde entonces, y esperamos con ansiedad datos actualizados y con una mirada de género. A nivel institucional hace falta una verdadera apuesta a nivel técnico, en el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST, en el que se oyen prometedoras voces sobre la creación de un espacio específico de género y salud laboral) o en los diferentes institutos de prevención de riesgos laborales de las Comunidades Autónomas. También la normativa en prevención necesita ser más concreta y dejar de pasar por alto muchas cosas. Por ejemplo, la Inspección de Trabajo en el informe anual de la actuación inspectora del 2021 y dentro del área de igualdad efectiva entre mujeres y hombres incluye la prevención de riesgos laborales con enfoque de género pero no se indica la información de  las actuaciones que se han desarrollado en esta materia, entendiendo, por tanto, que las actuaciones son insuficientes y/o inexistentes. 

En estos momentos la transversabilidad de la perspectiva de género debe formar parte  de la prevención de riesgos laborales, de las condiciones de igualdad en la empresa, de la sostenibilidad… ¿Pero de verdad pensáis que esta afirmación es cierta y real?.

Todavía decimos y escuchamos que falta sensibilización respecto a la existencia de desigualdades de género y también sobre a darle la importancia que realmente se merece.  Veamos un ejemplo. Durante 2022 desde la Fundación Cultural 1º de Mayo CCOO se formaron 167 personas (la mayoría de ellas, representación sindical) en las distintas ediciones del curso Mujeres, Trabajos y Salud. En total, solo el 11% eran hombres. Nuestros compañeros sindicalistas representan a muchas trabajadoras y es fundamental que conozcan sus problemáticas y como la gestión de la prevención actual no sirve para mejorar sus condiciones de trabajo.

Estos cursos sirvieron además para dar la palabra a las trabajadoras, a las delegadas y cuadros sindicales, en definitiva mujeres que mostraron su realidad  y su experiencia profesional, y hay que decir “una realidad muy preocupante”. Conforme avanzaba el curso hablaron de sus condiciones de trabajo, de sus dolencias y de cómo han sentido, en algún momento de su vida laboral, mucha discriminación. 

Sienten discriminación cuando al acabar su jornada laboral a ellas les mandan a limpiar y cuando, por amamantar a su criatura, la empresa le cambia a una categoría inferior.

Se preocupan cuando algunos hombres se atreven a desarrollar su puesto de trabajo y a ellas se les vetan otros en los que incluso, podrían promocionar. 

Están cansadas, agotadas, con mucho dolor en distintas zonas corporales, sufren ansiedad, teniendo que recurrir en demasiadas ocasiones a la medicación para poder descansar y al mismo tiempo, para poder activarse. 

Tienen claro que el origen de sus problemas de salud está relacionado con el trabajo, principalmente a que en el desarrollo de sus tareas se ven expuestas a riesgos ergonómicos y psicosociales, ya que con sus testimonios nos hablan de movimientos repetitivos, de las elevadas exigencias en cuanto a la cantidad de trabajo y el ritmo a seguir, de las exigencias emocionales por el tipo de trabajo, la falta de control y participación, la manipulación manual de cargas y en la movilización de personas, pero también, de las exposiciones a riesgo químico. La gran mayoría nos cuenta que no existen protocolos de actuación ante el acoso sexual o si existen no tienen conocimiento de ellos. 

Queremos pensar que la igualdad entre mujeres y hombres en muchos sectores y ámbitos de la vida, dejará de ser un sueño, y que el trabajo de las personas que a día de hoy ya estamos sensibilizadas logre, definitivamente, trasladar esta necesidad de visibilizar a todos aquellos organismos e instituciones, entidades y empresas, población trabajadora y mujeres y hombres en global.  

No sabemos qué pasará en 2050, pero sí esperamos recoger los frutos que hoy luchamos por sembrar y los logros conseguidos por el gran esfuerzo de nuestras compañeras y compañeros. 

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