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Mujeres y trabajos

Lun, 15/04/2013 - 12:20
MONTSE LÓPEZ BERMÚDEZ
Opinión

La Organización Mundial de la Salud ha señalado en múltiples ocasiones que la integración de la dimensión de género en la salud es un proceso, tanto político como técnico, que requiere cambios en las culturas organizativas y en las formas de pensar, así como en los objetivos, las estructuras y la asignación de recursos. En lo que se refiere a la salud laboral, el imperativo es el mismo: las políticas y prácticas preventivas exigen contemplar las diferencias de sexo y las desigualdades de género en la exposición a los riesgos. Para que la prevención en las empresas sea efectiva, tiene que contemplar estas diferencias y estas desigualdades.

Con el objetivo de avanzar en ese camino, en 2004, CCOO publicó una primera guía sindical sobre Mujeres, trabajo y salud que ahora hemos actualizado incorporando más instrumentos: un cuestionario sindical para orientar a los delegados y delegadas y unas pautas para la acción sindical en referencia a cada riesgo. Dos preguntas básicas nos pueden ayudar a iniciar el camino: ¿En mi empresa se analizan las condiciones de trabajo, los riesgos y la salud teniendo en cuenta el género y el sexo?, y ¿las medidas preventivas responden a las diferencias de sexo y las desigualdades de género? Si la respuesta es no, hemos de empezar a transitar por una senda en la que resalten cuatro elementos clave: visualizar las condiciones de trabajo y los riesgos para las mujeres, visualizar (¿mostrar?) la salud de las mujeres, desarrollar acciones preventivas para todos los riesgos, y asegurar la participación de las mujeres en la representación legal de los trabajadores y trabajadoras.

Hacer visible lo invisible

Son muchos los riesgos que afectan a las mujeres de forma específica. Por ejemplo, la exposición a la doble presencia constituye una problemática social que va más allá de las empresas, pero la organización del tiempo de trabajo en estas la puede atenuar o agravar. La organización de la jornada laboral que deriva en horarios asociales, horarios rígidos, jornadas partidas con tiempos largos entremedias (más de una hora), exigencias empresariales de disponibilidad que implican cambios de horario, de días de la semana o alargamientos de jornada suponen aumentar las exposiciones más desfavorables para las mujeres, agravadas en la actual situación de crisis, que es necesario visibilizar. Entre los riesgos tradicionales, como por ejemplo el riesgo químico por exposición a plaguicidas, los hombres son los que dispensan los productos, por lo que su exposición es más visible y los riesgos pueden ser más fácilmente eliminados o controlados. Sin embargo, en el caso de las mujeres, su exposición es mucho menos visible y evidente, ya que realizan tareas no relacionadas con la actividad productiva esencial, sino actividades complementarias: o bien limpian los equipos de trabajo, o el lugar en el que se almacenan los productos, o los lugares que han sido previamente fumigados. Es una exposición menos visible y no por ello menos grave.

Prevención para todas

La representación sindical tiene un papel que jugar para asegurar que la prevención de riesgo llega también a las mujeres. En la guía presentamos un cuestionario para identificar los espacios carentes de mirada de género en la gestión preventiva de las empresas con el objetivo de visualizar las condiciones de trabajo y los riesgos para las mujeres. A partir de una serie de preguntas van a ir identificándose los déficits existentes. Por ejemplo, ¿cómo se contempla el género en la política y acción preventiva?, ¿cómo actúa la representación sindical?, ¿las trabajadoras participan en las actividades de prevención?, ¿tienen en cuenta las evaluaciones de riesgos las diferencias de sexo y las desigualdades de género?, ¿cómo se realiza la actividad preventiva?, ¿cómo se realiza la vigilancia de la salud?, ¿cómo se realiza la formación?, ¿cómo se actúa frente al acoso sexual y frente al acoso por razón de sexo?, ¿cómo se actúa frente a los riesgos químicos?, ¿cómo se actúa frente a los riesgos ergonómicos?, ¿cómo se actúa frente a los riesgos psicosociales?, ¿cómo se actúa frente a los riesgos durante el embarazo y la lactancia? En todos estos ámbitos hay que visualizar las diferencias de sexo y desigualdades de género. Podemos y debemos hablar de una exposición a riesgos específicos de género (la doble presencia, desigualdades acoso sexual y el acoso por razón de sexo) y de invisibilidad de las mujeres en los riesgos tradicionales (ergonómicos, químicos y psicosociales) debido a que las políticas y prácticas preventivas tratan de forma homogénea a la población trabajadora. A esta discriminación hemos de decir basta y disponemos de herramientas y conocimientos para dar esa batalla. No la dejemos pasar.

Puedes descargar la guía: Mujeres, trabajos y salud haciendo clic aquí