Hablamos con Pablo Moros, técnico de ISTAS-CCOO, sobre el folleto que acaba de publicar el Instituto acerca de los procesos de transición justa puestos en marcha en España
LAURA VILLADIEGO
El mundo necesita un cambio de modelo energético para hacer frente a la crisis climática y Europa ha puesto ya pasos firmes hacia una transición que permita al continente descarbonizarse antes de 2050. Pero en Europa, una entidad política que nació en torno al carbón, esta transición ha supuesto que muchos territorios pierdan sus principales modos de vida y sus motores económicos. Y que las políticas no vayan encaminadas solo a la descarbonización, sino también hacia una transición justa que permita que esas regiones, mayoritariamente rurales, desarrollen modelos económicos y no terminen despobladas.
El Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS-CCOO), perteneciente a la Fundación 1 de Mayo de CCOO, acaba de lanzar el folleto ‘España, país pionero en la transición justa’ en el que presenta de forma didáctica las claves de los procesos de transición justa puestos en marcha en España, así como las vivencias en algunos de los territorios afectados por la reconversión del sector energético en el país.
El folleto explica, a través de 11 páginas a todo color, los principales mecanismos de la Estrategia de Transición Justa española, un marco legislativo que ha sido considerado pionero a la hora de abordar los impactos negativos de las transiciones energéticas. El documento destaca además las experiencias vividas en Asturias, León y Teruel, tres de los territorios más afectados por esos procesos e incluidos en esos convenios.
Hablamos con Pablo Moros, técnico de ISTAS-CCOO sobre las claves de este proceso de transición justa y sobre algunas de las impresiones recogidas durante la elaboración del folleto.
P. A menudo se pone a España como un ejemplo pionero en las estrategias de transición justa a nivel internacional ¿Nos puedes explicar cuáles son esos elementos novedosos?
R. Yo destacaría tres elementos. El primero la intención de buscar un modelo alternativo de desarrollo que tenga una coherencia territorial y tome en consideración los recursos endógenos de cada comarca. El segundo su carácter participativo, puesto que busca involucrar a los agentes sociales del territorio en la gestación y realización de ese modelo, reclamando de ellos su presencia en el proceso. De alguna manera, es un intento de hacerles dueños de su propio futuro. Y en tercer lugar el darle a la Administración, bajo la figura del Instituto para la Transición Justa, de un papel de guía y acompañante, desplazando a la posición de gestor de ayudas o de motor de inversión.
P. ¿Cuál es la situación de las cuencas mineras en España actualmente?
R. Se puede decir que ya han asumido la irreversibilidad del proceso de desaparición de la minería del carbón. No solo es la clausura de las explotaciones. El desmantelamiento de las centrales térmicas, con la voladura de estructuras emblemáticas como chimeneas o torres de refrigeración, trasmiten el haber alcanzado un punto de no retorno. Lo que sí hay es un deseo y una voluntad de no dar por perdido el futuro de estos territorios. Eso ha quedado claro en los procesos de participación pública que forman parte de los Convenios de Transición Justa, y cuya finalidad es recoger propuestas e iniciativas de los agentes sociales de las zonas afectadas por los cierres. Según la memoria del ITJ, solo en Aragón, Asturias y León han participado en esos procesos 398 agentes que han presentado 1.015 propuestas. Parte de esas propuestas están siendo apoyadas económicamente a través del ITJ, concretamente 35 proyectos empresariales y 91 pequeños proyectos de inversión cuya puesta en marcha supondrían 583 empleos. Se trata de iniciativas en los campos de las manufacturas, los servicios de alojamiento y comercio, las actividades sanitarias y sociales, y la gestión de residuos. A estos proyectos se suman los de mejoras de infraestructuras municipales, destinados a fomentar el desarrollo de las comarcas mineras, y que, en Asturias y en Castilla y León, y que supusieron en 2021 ayudas por parte del ITJ de 22,8 millones de euros. La ejecución de estas obras de infraestructura debería generar puestos de trabajo y actuar como palanca para atraer actividad económica a la zona. En un plano más inmediato está el Plan de Restauración de los espacios degradados por la actividad minera, que ya se están poniendo en marcha y deberían emplear a unas 350 personas, dando prioridad a los trabajadores excedentes de la minería del carbón. Es decir, se podría afirmar que en las cuencas se está produciendo cierto movimiento económico de la mano de los Convenios de Transición Justa, con diferencias entre regiones y más despacio de lo deseable.
P. En el folleto ‘España, país pionero de transición justa’, la Fundación 1 de Mayo – ISTAS analiza los procesos de transición justa en zonas afectadas por las políticas de descarbonización y otras circunstancias en España. ¿Qué podremos encontrar en ese folleto?
El folleto, por su naturaleza, no permite ni explayarse ni profundizar. Su sentido es básicamente mostrar una instantánea de la situación de la Transición Justa en tres zonas concretas. Quiere sintetizar varias cosas. Una importante, y que cuesta comprender visto desde afuera y con una perspectiva mega-urbana, es la ligazón que en la mayor parte de estos territorios existe entre paisaje-trabajo-identidad. Estos tres elementos están muy imbricados en las comarcas mineras, y el declive o fractura de cualquiera de ellos influye mucho en los demás. Pienso que es algo que queda de manifiesto en algunas de las fotografías. Otra cosa que vamos a ver en el folleto es el diferente punto de vista de la Transición energética desde el lado de las Administraciones y desde los trabajadores. El primero es más neutro y se proyecta en el medio y largo plazo, el segundo sale más desde el sentimiento, las experiencias desafortunadas y la inmediatez de la situación.
P. ¿Qué diferencias hay entre la actual Estrategia de Transición Justa y planes pasados que también se pusieron en marcha para la revitalización de cuencas mineras?
Pienso que hay diferencias significativas. En primer lugar, en líneas generales los planes del pasado, aunque enfocados a reducir progresivamente la actividad minera, no planteaban la posibilidad de buscar una modelo de desarrollo alternativo sostenible y coherente con las potencialidades de los territorios. En segundo lugar el marcado carácter participativo que, en principio, guía a los Convenios de Transición Justa, y que en planes anteriores no se observaba o quedaba muy limitado a la esfera sindical sectorial. A diferencia de esa concepción de participación, los Convenios pretenden estar abiertos a todos los agentes sociales y colectivos, especialmente a la mujer y a la juventud, componentes claves para la fijación de la población. Finalmente, el rol, relativamente novedoso, de un ente de la Administración como es el ITJ, como agente facilitador y de acompañamiento puede suponer un cambio cultural en el abordaje de la reactivación económica de zonas en proceso de desindustrialización.
P. ¿Qué impresiones os han trasladado sobre la transición justa en los territorios afectados que habéis visitado para realizar el folleto?
El sentir más corriente en los pueblos de estas comarcas es el de la desconfianza. Tenemos que pensar que son zonas que llevan décadas viendo cómo se desmantelaba una actividad tradicional, identitaria, como la minería, y que los planes que se les iban proponiendo y las promesas que se les hacían, fallaban o se incumplían. No se les ha dado ninguna herramienta, ningún elemento que les permitiese proyectarse en el futuro. Además, muchos de estas poblaciones forman parte de la España vacía, y en ellas el declive del carbón se ha convertido en causa y efecto de ese abandono. Con todo, no deja de ser llamativo que las gentes de las comarcas que fueron mineras continúen apostando por su tierra, como lo demuestran por un lado su presencia en los procesos participativos, y por otra su voluntad firme para que las nuevas generaciones no se vean condenadas a emigrar.
P. ¿Qué futuro le puede esperar a las cuencas mineras?
La respuesta no es fácil, más todavía en el actual contexto de incertidumbre generalizada. Ese futuro estará sin duda muy ligado a los planes de las compañías energéticas que explotaban las centrales térmicas que, en general, proponen continuar la actividad de generación eléctrica bajo la perspectiva de las renovables. Pero, sobre todo, al despliegue de medidas y políticas solidarias destinadas a la diversificación productiva de estos territorios en la que no se pierda de vista la perspectiva de la sostenibilidad ambiental y del aprovechamiento de los recursos propios, así como del reequilibrio territorial.
El folleto puede descargarse aquí en castellano y en inglés