Clima extremo: la pesadilla de los repartidores

El cambio climático traerá un incremento de los eventos climáticos extremos, como nieve y lluvias intensas, ante los que los llamados ‘riders’ son especialmente vulnerables

LAURA VILLADIEGO

Apenas comenzado el 2021, la borrasca Filomena trajo un inusual manto de nieve al centro y este de la Península Ibérica, cortando el tráfico en muchas ciudades y pueblos. Y dificultó aún más el ya complicado trabajo de los repartidores a domicilio que aparecían en imágenes en redes sociales lidiando con sus motos y otros vehículos con las resbaladizas carreteras. Muchas de las empresas de reparto suspendieron sus servicios durante los peores momentos, pero sólo unos días después de la nevada, y con muchas calzadas aún heladas, los repartidores volvieron a las calles.

Filomena fue un caso extremo de las peligrosas condiciones a las que a menudo se enfrentan los repartidores antes estos eventos climáticos que, según los expertos, serán cada vez más frecuentes a medida que el cambio climático profundice sus impactos. Pero la vulnerabilidad de los repartidores ante esas condiciones climáticas adversas no era, sin embargo, un asunto que hubiera pasado desapercibido en la lucha sindical antes de Filomena. De hecho, durante aquella ola de frío, Food Delivery Brands, una empresa propietaria de marcas como Telepizza y Pizza Hut, estaba estrenando un nuevo protocolo estatal de actuación ante situaciones atmosféricas adversas que CCOO había conseguido firmar a nivel nacional. “No teníamos ningún documento o acuerdo que estableciesen parámetros para poder paralizar la actividad de trabajo, de forma total o parcial, para evitar riesgos en caso de condiciones climatológicas adversas. Siempre era decisión de la empresa, según el responsable de zona”, explica Pilar Segovia, de la sección sindical de Telepizza. “Nos sentíamos desprotegidos. Era la empresa la que decidía y al repartidor no se le tenía en cuenta” continúa. 

La idea nació de Burgos, donde ya se había aprobado un protocolo provincial. “Nos pareció importante extender ese protocolo que se hizo a nivel provincial a nivel estatal, para que tuviésemos un criterio para todas las tiendas de España”, continúa. “Lo que queríamos es que entre todos, empresa, representante legales de las personas trabajadoras (RLPT) y repartidores, se tome la decisión de paralizar el reparto, que no sea siempre la empresa la que decida, porque parece que se prioriza la venta al riesgo para el trabajador. Es una lucha continua”, asegura.

El protocolo establece así una guía de actuación ante diferentes fenómenos adversos, o como lo define el documento, ante “toda evolución atmosférica capaz de producir, directa o indirectamente, daños a las personas o daños materiales de consideración”. Entre otras medidas, se establecen baremos concretos para determinar cuándo deben suspender los servicios de reparto o aumentar el tiempo fijado para el servicio, para evitar accidentes derivados de la velocidad.

El protocolo, que cubre a todo el “personal de la tienda que haga uso de las motocicletas y/o ciclomotores y/o otros vehículos de movilidad alternativos, repartidores a pie y personal de cuponeo”, también determina los equipamientos de seguridad que serán necesarios para que los repartidores puedan protegerse ante la lluvia, la nieve o el calor. “El tema de la nieve es el más complicado. Nuestra postura es que con nieve no se puede repartir. Las motos que tiene la empresa no están preparadas”, asegura Segovia. “Pero también nos preocupa cómo proteger al repartidor ante las olas de calor”, continúa. Así, en las épocas de mayores temperaturas, además de los posibles golpes de calor, muchos repartidores prescinden de los equipos de protección por ser voluminosos e incómodos, exponiéndose a lesiones si se producen caídas. “En verano, cuesta encontrar un balance entre comodidad y seguridad”, asegura.

Un protocolo que aspira a convenio

El nuevo protocolo es un paso importante a la hora de proteger los derechos de los repartidores, asegura Segovia, pero de momento sólo cubre a un pequeño porcentaje de ellos. Así, el documento sólo es de aplicación para los repartidores de Food Delivery Brands, pero ni siquiera a todos los que trabajan bajo sus insignias, porque muchos dependen de franquicias. “Todas las tiendas que eran propias de Telepizza las está convirtiendo en franquicias y al ser franquiciado no podemos intervenir como comité intercentros”, asegura Segovia. “Tiene que ser cada franquicia quien haga propio el protocolo. Nos está costando porque ya quedan pocas tiendas propias”, continúa.

Para poder proteger a todos los trabajadores, es fundamental que las disposiciones incluidas en el documento sean incluidas en el convenio del sector, afirma Segovia. “El protocolo es importante, pero nos gustaría que este tema se elevase al convenio colectivo para que sea un referente”, afirma. Esto haría que protegiera no sólo a todos los repartidores que trabajan bajo una modalidad u otra para la empresa, sino también a los del resto de empresas de reparto. “Ahora mismo se reparte todo, ya no es sólo Telepizza u otra empresa de este tipo. Hay plataformas de riders en condiciones penosas”.

Para Segovia, actuar es urgente porque Filomena ya fue un aviso de lo que está por venir.  “Nos preocupa el tema del cambio climático, porque las condiciones ya no son las de antes. Y el reparto a domicilio es un trabajo difícil donde el clima afecta mucho. Hay que adelantarse”, concluye.

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